El IICA compartió con investigadores y autoridades de sus países miembros la situación actual de los estudios biotecnológicos en el mundo, como forma de respaldar la toma de decisiones basadas en información científica.
El aprovechamiento de la biodiversidad para elaborar insumos naturales que aumenten la productividad agrícola es una creciente oportunidad de negocios para las empresas y los laboratorios de América Latina y el Caribe, una tendencia que requiere sólidos marcos de bioseguridad en los países de la región.
La utilización de la biotecnología para generar estas materias primas, o bioinsumos, además representa una forma innovadora de incorporar la investigación científica a la agricultura y de fortalecer la extensión dirigida a los pequeños productores, de acuerdo con Pedro Rocha, coordinador de biotecnología y bioseguridad del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).
“Los agricultores tienen vasta experiencia en esto, desde hace muchísimos años emplean técnicas de fermentación y compostaje para generar bioproductos, metodologías que son esenciales para la agricultura orgánica y ecológica y son muy importantes también en la agricultura convencional”, afirmó Rocha en un resumen anual sobre los principales hechos biotecnológicos del mundo, transmitido vía web a todos los países miembros del Instituto.
Este servicio es parte del apoyo que el IICA brinda a las naciones del hemisferio para que tomen decisiones sobre biotecnología y bioseguridad basadas en información científicamente validada.
La utilización de bioinsumos en la agricultura debe cumplir con normas de trazabilidad, eficacia y estabilidad, lo que hace necesario crear protocolos de investigación uniformes.
“Aunque cada lugar tiene particularidades biológicas, la investigación y uso de la biodiversidad no puede ser distinto, pues un manejo inadecuado podría implicar efectos nocivos sobre la salud humana y animal, sobre el ambiente, o resultar en bajas productividades”, dijo Rocha.
Ejemplificó la tendencia creciente de comercializar bioproductos con la próxima salida a los mercados de Brasil, Ecuador y Estados Unidos de un biofungicida desarrollado por investigadores públicos mexicanos, el cual servirá para evitar enfermedades en el mango, el aguacate y la papaya y para elevar la productividad de esos cultivos. El trabajo de investigación tomó 12 años.
Actualmente, el IICA apoya a países como Costa Rica, Ecuador y El Salvador en el fortalecimiento de su institucionalidad y en la implementación de políticas sobre biotecnología y bioseguridad, además mantiene un diálogo permanente sobre estos temas con el Consejo Agropecuario Centroamericano (CAC) y el Consejo Agropecuario del Sur (CAS).
Pedro Rocha también informó del estado de los cultivos genéticamente modificados o transgénicos en el mundo.
En el 2012, de acuerdo con un reporte del Servicio Internacional para la Adquisición de Aplicaciones Biotecnológicas (ISAAA, por sus siglas en inglés), en el planeta se sembraron unos 170 millones de hectáreas con transgénicos, para un crecimiento de 6% con relación al año anterior.
Estos cultivos los hicieron 28 naciones, de las que solo ocho se catalogan como desarrolladas.
El 52% de las siembras fueron en las naciones en vías de desarrollo. “Por primera vez en la historia, los países en desarrollo sembraron más transgénicos que los países desarrollados”, aseguró Rocha.
Fuente: notiboliviarural.com
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