El zinc es fundamental para las gramíneas. Junto con el nitrógeno son los dos elementos promotores del crecimiento en las plantas, ya que intervienen en la “fabricación” (síntesis) de hormonas de crecimiento. Pero el problema es que cuando este nutriente falta, limita el desarrollo radicular, afecta la floración, el cuaje de los frutos y la [...]
El zinc es fundamental para las gramíneas. Junto con el nitrógeno son los dos elementos promotores del crecimiento en las plantas, ya que intervienen en la “fabricación” (síntesis) de hormonas de crecimiento. Pero el problema es que cuando este nutriente falta, limita el desarrollo radicular, afecta la floración, el cuaje de los frutos y la síntesis de proteínas.
Del grupo de los micronutrientes, el zinc es el que más frecuentemente presenta sintomatología de deficiencia en la producción de gramíneas. En la zona núcleo, la falta del nutriente se hace más visible en maíz y trigo.
Por eso, en el sudeste de Córdoba venimos experimentando desde hace tiempo para obtener umbrales de respuesta al contenido de zinc en el suelo y, gracias a estos ensayos, empezamos a descubrir distintas particularidades del análisis de su comportamiento, como la heterogeneidad de disponibilidad que tiene en pequeñas superficies (intra-lote) y su relación con la temperatura en cuanto a su disponibilidad, un efecto muy visible en los ensayos de fecha de siembra en maíz.
A partir de estos estudios, se estableció una metodología de laboratorio para estandarizar la lectura del micronutriente. Esta campaña volvemos a llevar adelante ensayos en maíz y tenemos, además, la recolección de los de trigo.
Hasta ahora, en los estudios realizados en lotes de trigo del departamento Marcos Juárez (Córdoba), con dos metodologías de aplicación (chorreado y pulverizado), el tratamiento chorreado tiene un promedio de 320 kilos sobre el testigo sin zinc y el tratamiento pulverizado 132 kg/ha por sobre el testigo.
Las respuestas en rendimiento existen obviamente donde el zinc era deficiente y por lo tanto limita expresar el potencial de rendimiento, un escenario común en varios establecimientos de altísima producción y por ende extracción de la zona núcleo; también en suelos arenosos, a medida que nos corremos para el sur o para el oeste, en suelos bajos en materia orgánica y en suelos con PH alto.
Y es justamente en ambientes que reúnen estas características, en los que, generalmente, obtenemos respuesta al fertilizar con zinc. Las plántulas de maíz en esos lotes pueden mostrar síntomas de deficiencia durante el tiempo frío y húmedo, que se confunden muchas veces con la fitotoxicidad del pre-emergente o con clorosis internerval. También sucede que los campos en los que falta zinc no presentan una deficiencia uniforme y también varían de lote en lote dentro de un mismo campo, principalmente debido a la diferente historia agropecuaria de cada segmento de la parcela. En este punto, una variable importante es la diferencia de materia orgánica.
En cambio, en el trigo las deficiencias pueden leerse a campo (las notamos en el testigo sin zinc), ya que aparecen en las hojas de mediana edad, en las que las hojas son de un tono más gris, principalmente en la parte central de las hojas.
El síntoma es similar al de la sequía, pero esa tonalidad se va poniendo opaca hasta que necrosa la hoja en ese lugar, desde adentro hacia los bordes. La apreciación visible de la carencia se incrementa durante el ciclo del cultivo, cuando las hojas que presentaban la deficiencia se doblan y la sintomatología se reinicia desde las hojas más jóvenes.
¡Necesitas ser un miembro de AGRO 2.0 para añadir comentarios!
Participar en AGRO 2.0