Un productor santafesino asegura que esto se puede cosechar durante un buen año. Los pro y contra de trabajar sobre el agua. Hace más de 25 años que Mario Wingeyer práctica apicultura en islas en la zona de Romang, provincia de Santa Fe.
Al respecto, el productor dialogó con nuestro medio y rápidamente explicó “las tareas que debemos realizar no son sencillas, pero cuando ves los rindes te motivas”.
Arrancó cazando abejas y luego vendiéndolos, pero tras un par de años decidió aprovechar la gran producción que podía obtenerse. “Yo venía con el enjambre lo ponía en los cajones y después los vendía, pero no era negocio porque dejaba pasar la miel”, destacó.
Actualmente maneja entre cuarenta y cincuenta colmenas en la isla y pese a que se podrían colocar muchas más, Wingeyer explica los motivos por los cuales se mantiene en ese número. “En la isla hay lugar para poner 500 colmenas si querés, pero se complica por cuestiones operativas”, y prosiguió “por ejemplo el tamaño de la embarcación adecuada o el cauce del río, que si está muy bajo no te permite navegar y si viene crecido te obliga a mover las colmenas y con ese número sería casi imposible”.
Promedios
“El otro día estuve recorriendo las colmenas con un colega de Malabrigo, y me decía que ni loco trabajaba en la isla, pero la verdad que los promedios por unidad te hacen cambiar de parecer”, destacó Wingeyer.
El productor manifestó que un buen año arroja promedios de cien kilos por unidad, aunque hay otros donde se obtiene menos miel y en algunos se puede sacar prácticamente nada. Referido a la zafra 2012/2013, los rindes oscilaron los 90 kilos por colmena. “Además, de todos los años que estoy en isla, una sola vez tuve que alimentar a las colmenas en el invierno, pero generalmente le dejo reservas y con eso es suficiente”, redondeó.
Desventajas
Entre las mayores complicaciones aparecen, como destacamos más arriba, la necesidad de contar con una embarcación adecuada para trasladar varias colmenas y/o tambores de miel, además de los vaivenes propios de los ríos y los inconvenientes que se pueden generar por robos. “Lo hacen más por un daño que por otra cosa. Te desarman una colmena para sacarte cuatro o cinco kilos de miel”.
Por otra parte, Wingeyer remarcó que realiza dos curas (como sucede en el monte o pradera), una al terminar la cosecha y otra durante la primavera mediante la aplicación de ácido oxálico, y destacó que por la crecida del Paraná de las últimas semanas perdió alrededor de seis unidades, y que las mismas se encuentran a más de dos metros de altura.
Por último, el apicultor remarcó que actualmente se encuentra abocado a producir miel orgánica, y que es la apuesta a futuro.
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