Los precios del trigo en nuestro país han alcanzado niveles inusitados. Por supuesto, se trata del trigo viejo.
Una cosecha acotada, como fue la vieja, ha permitido,en los finales del ciclo previo al ingreso al circuito comercial de la nueva, una suba de precios a niveles inéditos no sólo a nivel local sino también para países que son netos importadores.
Como ahora nos acercamos a la cosecha de la actual campaña, las bajas comienzan a notarse. Ello está provocando una fuerte reducción en los valores negociados con entrega en diciembre y enero.La posición diciembre, el futuro más cercano, en ROFEX gira en la actualidad en alrededor de u$s 240.
Sin embargo, no es del todo previsible el problema de falta de disponibilidad presente más la percepción de que la nueva cosecha no será auspiciosa, a nivel local, genera una suerte de presión que dificulta una baja mayor.
En la Bolsa de Cereales se está negociando sobre un valor de u$s 250(condiciones Cámara) a partir de diciembre.
La realidad es que la demanda mundial está muy activa.
Los valores FOB que puede obtener la Argentina son de tal magnitud que los exportadores tendrían una capacidad de pago en torno a u$s260/265.
Según la Bolsa de Comercio de Rosario, por ejemplo, si al valor de exportación de u$s352 se le restara el derecho exportación de u$s82 y los costos del proceso de exportación, el número resultante sería justamente u$s260.
El mercado mundial, entonces, permite valores sostenidos para la oferta local. Sin embargo ella no da muestras de participar en el juego comercial, al menos por ahora.
La incertidumbre económica invita al productor a no participar por adelantado.
Además, nadie está seguro del rinde que obtendrá, luego de tantos días de falta de agua que ha sentido, con la excepción de la zona sur, toda la región triguera.
Los resultados sin duda serán magros, a nivel nacional, por lo sucedido en el centro y norte del país y no podrán compensarse con los buenos rindes de los cultivos en el sudeste.
La verdad es que no se espera una buena cosecha.
Dudamos que ésta logre superar el volumen de 9 millones de toneladas.
Luego de un año de grandes dificultades para cumplir con el abastecimiento interno, lógico es estimar un consumo interno superior a la usual, dada la urgencia en restablecer los stocks. Por lo tanto, y aunque resulte todavía prematuro pretender un cálculo más o menos cierto, es probable un escenario futuro con un consumo próximo a 7 millones de toneladas. De ser así, la capacidad de exportación de nuestro país llegaría a tan sólo 2 millones. O algo más. Pero no mucho.
Con este panorama, Brasil pasa a ser un mercado sometido a los vaivenes de la política triguera argentina que no ha sabido aprovechar las ventajas del Arancel Externo Común y la distancia y consecuentemente el bajo costo de flete. Como sus necesidades de importación giran en torno a 6,5 millones de toneladas, obviamente la Argentina será un abastecedor de menor importancia.
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