La soja transgénica y el paquete tecnológico de la siembra directa, introducidos en la Argentina a mediados de los 90, generaron un salto sin precedentes en la producción agrícola combinado con un paso significativo en materia de sustentabilidad. Sin embargo, en las últimas campañas, la presencia de malezas resistentes y tolerantes a los herbicidas es cada vez mayor.
“Este fenómeno obedece, entre otras cosas, a fallas en el manejo. Muchas veces las malezas van adquiriendo resistencia por la utilización de un solo herbicida o grupo de herbicidas; la mala aplicación por razones ambientales -como con rocío o previo a una lluvia- que provocan una baja absorción del principio activo; o el monocultivo”, explicó el Ing. Agr. Federico Elorza, Coordinador Técnico de Casafe. Y agregó que “la buena noticia, es que la mejor forma de combatirlas es justamente a través del manejo”. Como primera medida, es importante diferenciar las malezas tolerantes de las resistentes. Las primeras son aquellas que naturalmente tienen la capacidad de sobrevivir a condiciones normales de aplicación. “En este caso, no se encontrarán lotes con individuos muertos e individuos vivos, sino que todos lograrán sobrevivir a una aplicación a dosis normal”, detalló Elorza. Por su parte, las resistentes son las que logran sobrevivir y reproducirse pese a la aplicación de un herbicida que controla efectivamente todos los demás individuos de la misma población. Hoy, la problemática creciente responde mayormente a un aumento de frecuencia y tamaño de las poblaciones de especies resistentes. Entre ellas, las principales son la rama negra, el sorgo de alepo, el raigrás anual, el capín; el yuyo colorado y el nabón. Para combatirlas, siempre hay que tener en cuenta que lo esencial es atacarlas de entrada. En ese sentido, son fundamentales los monitoreos constantes para detectar cuáles son las especies “problema” y a partir de ahí conocer la fecha y duración del período de germinación para definir una estrategia de manejo. En el caso de especies con germinación concentrada, el especialista recomienda “esperar que germine todo y luego aplicar los herbicidas”. En tanto, en las plantas con germinación prolongada“ se deben aplicar productos residuales”, afirmó. En el combate de las malezas resistentes es importante realizar un manejo integrado. Esta técnica implica la rotación de los principios activos de los herbicidas para minimizar la presión de selección; hacer barbechos tempranos; monitorear los lotes para seguir el estado de desarrollo de las malezas; utilizar activadores en las aplicaciones de herbicidas; considerar las malezas desde el comienzo; y evitar la diseminación de semillas de malezas con cosechadoras y demás maquinarias. En cuanto a los herbicidas a utilizar para ampliar el modo de acción, entre los pre-emergentes pueden ser los inhibidores de PPO (ProtoPorfirinógeno Oxidasa) (sulfentrazone, flumioxazin); triazinas; y acetanilidas. En tanto, entre los post-emergentes los más usuales son el glufosinato de amonio (para maíces resistentes a este herbicida) y los herbicidas hormonales. “Tenemos que concientizarnos que las malezas resistentes llegaron para quedarse. Por eso, para luchar contra ellas, no hay que olvidarse de una práctica agronómica básica pero fundamental: la rotación de los cultivos, algo que no sólo redundará en el manejo de esta problemática sino que es clave para la sustentabilidad ambiental y productiva”, subrayó Elorza. |
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