Varios factores se conjugan para que muchos productores tomen la actitud de “desensillar hasta que aclare” con la siembra de granos gruesos. La venta de insumos viene lenta y los trabajos en los campos también. Los principales motivos de esta conducta conservadora son humedad justa o insuficiente en el perfil de los suelos de algunas [...]
Varios factores se conjugan para que muchos productores tomen la actitud de “desensillar hasta que aclare” con la siembra de granos gruesos. La venta de insumos viene lenta y los trabajos en los campos también. Los principales motivos de esta conducta conservadora son humedad justa o insuficiente en el perfil de los suelos de algunas zonas; escasa liquidez, y números que cierran con fórceps para la siembra de maíz y de oleaginosas, a los que se agrega la incertidumbre política y económica propia de un año electoral. Todo esto genera mucha cautela entre los agricultores, que los lleva a ponerle la lupa largo rato a cada decisión por tomar.
Hasta la semana pasada, en el sur de Santa Fe, sur de Córdoba, La Pampa y en San Luis habían llovido sólo 200 milímetros o menos en 2013, luego de la sequía de diciembre. Por esa razón, muchos productores aplicaron los productos para mantener limpios los barbechos, pero luego esperaron para concretar las compras de semilla y agroquímicos para maíz y girasol. “Hacen cuentas permanentemente proyectando resultados que consideran la evolución declinante de los precios de los granos gruesos”, observa el dueño de una agronomía.
“Los presupuestos de los campos agrícolas cierran muy ajustados y no sobra nada. Si se dispara un costo en las próximas semanas se llega a números en rojo en muchos campos de mediano potencial de rinde”, coincide un asesor que trabaja en la provincia de Buenos Aires.
“Por ahora me estoy quedando con sólo dos campos de los cuatro que alquilaba”, apunta un arrendatario de Rufino. Y agrega: “No tuve respuesta a mi pedido de apoyo efectuado a los dueños de los establecimientos en los que había sacado 15 quintales de soja por hectárea, perdiendo plata el año pasado; les propuse una parte del alquiler adelantado y otra a resultado, pero hasta ahora no aceptaron”, lamenta.
Varios consultores temen que la situación de los productores se deteriore con el avance del año. “Algunos agricultores conservan remanentes de la cosecha de soja sin vender con la expectativa de defenderse de la inflación, pero puede ocurrir que esa mercadería valga US$ 50 por tonelada menos en agosto si se concreta la gran cosecha esperada en EE.UU.”, proyecta uno de ellos.
Otros elementos que torpedearon la economía de los productores fueron las fuertes tormentas estivales con viento y granizo, que malograron o redujeron el rendimiento de los cultivos de granos gruesos 2012/2013, lo que evaporó muchos ingresos proyectados al momento de siembra. “Hay muchos productores que están dependiendo de la cobranza de los seguros agrícolas, un proceso que tiene varias instancias hasta el momento de liquidación”, advierte un técnico santafecino.
La extrema cautela que muestran los empresarios agrícolas se refleja en el mercado de alquileres. “La retirada de muchos pools generó un debilitamiento de la demanda de campos agrícolas que se nota claramente”, admite un operador inmobiliario de Buenos Aires. A su juicio, se están cerrando contratos en quintales fijos adelantados semejantes a los del año pasado en los campos de mayor potencial, que dieron lugar a muy buenos resultados. Algo parecido pasa con los campos vecinos que se vienen alquilando desde hace muchos años. En cambio, los lotes con limitaciones o de zonas de climas más erráticos todavía están en oferta o son objeto de propuestas con riesgo compartido.
En síntesis: hay por delante un ciclo en el que se analiza hasta el más mínimo detalle; que no genera la ilusión de otros años, y con muchas limitaciones de liquidez que se reflejarán en el grado de inversión y de riesgo que asumirá el productor.
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