CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24).- El último informe de la consultora Economía & Regiones se conoce en momentos en que circulan varias hipótesis sobre medidas económicas que tomaría el Gobierno nacional para frenar el drenaje de divisas del Banco Central; desde un desdoblamiento cambiario hasta una fuerte devaluación. En ese contexto, E&R advierte sobre el panorama de la economía 2013 y avizora algo de lo que vendrá en 2014 de no haber modificaciones en la política económica. El dato más desalentador para el Gobierno, que insiste en apuntar al campo por la liquidación de divisas de las exportaciones, es que la Soja ya no ayudará a compensar el déficit energético y turístico el año que viene.
Para E6R la economía argentina atraviesa una pérdida estructural de reservas internacionales que se viene profundizando desde el 2011 (inclusive). Puntualmente, este año ya se perdieron 9.000 millones de dólares de reservas y el stock ya es menor a US$34.000 millones.
El cepo cambiario logró revertir la formación de activos externos y frenar el giro de utilidades de las empresas al exterior. Sin embargo, no pudo frenar y revertir la pérdida de reservas.
La aceleración del ritmo al cual el BCRA pierde reservas es principalmente consecuencia de la aparición de déficit de cuenta corriente por primera vez en diez años y, en menor medida, por el resultado estructuralmente deficitario de la cuenta de capital.
Sin acceso a los mercados de capitales, con pocos préstamos de los organismos internacionales de crédito, recibiendo poca IED y cancelando deuda, es lógico que exista una salida neta estructural de dólares por la cuenta de capital.
Por su parte, la cuenta corriente vuelve a ser deficitaria porque el superávit comercial, que se mantiene artificialmente con trabas a las importaciones, no alcanza a compensar la salida neta de dólares por la cuenta servicios (básicamente por el turismo). Además, el superávit comercial tiene un “techo” bajo porque las exportaciones pierden dinamismo. La incertidumbre que generan el cepo y la aceleración devaluatoria incentivan retener y no liquidar exportaciones.
Paralelamente, la cuenta servicios de la cuenta corriente es cada vez más negativa por el incremento de la compra con tarjeta en el exterior y por el aumento del turismo emisivo. De hecho, este año la cuenta servicios podría ser negativa en 9.046 millones de dólares; un aumento de USD5.236 millones con respecto a 2012.
De ese aumento del déficit (+US$3.906 millones), el 74.5% (US$3.906 millones) se debe al incremento de la salida de dólares y 25.5% (US$1.333 millones) por menor entrada de dólares. De las mayores salidas, el 90.5% (USS3.534 millones) es explicado por Turismo, Viajes y Pasajes.
En pocas palabras, el superávit comercial es la única fuente genuina de dólares que le queda a nuestra economía; además de ser uno de los motores del nivel de actividad.
En este marco, la actual pérdida de dinamismo del sector exportador es una luz de alarma tanto para el balance cambiario como para el nivel de actividad, ya que presiona sobre las trabas a las importaciones, afectando negativamente el suministro de insumos y bienes intermedios importados esenciales para el sector manufacturero doméstico.
En los primeros 9 meses de 2013 la pérdida de dinamismo del sector exportador asciende a 35% con respecto al mismo período de 2012, ya que el superávit comercial acumulado alcanza a US$7.100 millones. Si consideramos los últimos 12 meses, el superávit comercial asciende tan sólo a US$ 8.900 millones, ubicándolo muy por debajo de los US$ 10.560 millones proyectados en el Presupuesto 2014 para este año.
Más en detalle, las exportaciones tuvieron un muy mal primer trimestre y luego se recuperaron hasta alcanzar los US$ 63.500 millones en los primeros 9 meses de 2013, con un aumento implícito del 2.7% en el período bajo estudio. Durante el primer cuarto el año, la incertidumbre que forjó la aceleración de la cotización del dólar blue hizo que los productores posterguen sus decisiones de ventas al exterior. Durante el segundo trimestre, la dinámica de las exportaciones se recompuso. Sin embargo, hacia el final del tercer trimestre, la aceleración de la pauta devaluatoria oficial, a un ritmo constante superior al 30% anualizado, incentivó -nuevamente- a que los productores decidan retener nuevamente parte de la producción.
A modo de ejemplo, históricamente en los 9 meses transcurridos entre enero y septiembre se suele vender el 90% de de la cosecha de soja a la industria y a los exportadores; mientras que este año sólo se ha comercializado un 72% de la misma. A su vez, se destaca el fuerte desplome de las exportaciones de combustibles y energía que acumulan una merma mayor al 21% anual en los nueves meses transcurridos.
Las importaciones, por su parte, presentaron un aumento anual en torno al 11%, acumulando unos US$ 56.300 millones aproximadamente en los nueve meses del año. Juega a favor del rebote de las importaciones la recuperación del nivel de actividad en general y de la IBIF en particular, que tracciona la compra externa de bienes de capital, de piezas de bienes de capital, de insumos intermedios para la producción y sobre todo de energía (gas).
Paralelamente, la demanda de autos importados continuó creciendo aceleradamente. La brecha existente entre el tipo de cambio oficial y paralelo, incentiva la compra de vehículos importados de lujo, a lo que se agrega un adelantamiento de consumos de autos de gama media y baja, que surge de la aceleración de la pauta devaluatoria, del aumento de las facilidades crediticias (de los bancos y automotrices) y de la búsqueda de un refugio frente a la inflación. En ese sentido, dado que el comercio exterior de autos se basa en acuerdos entre firmas, estas partidas resultan difíciles de ajustar (a la baja) por medio de trabas a las importaciones; que sí se aplican a otros rubros.
El análisis “micro” de la balanza comercial por sectores de actividad pone de manifiesto que los superávits de algunas actividades financian los déficits crecientes y difíciles de ajustar de las otras:
Contemplando los datos anualizados hasta septiembre inclusive, en 2013, el resultado de la balanza comercial primaria resultó superavitario en US$ 41.600 millones y alcanzó a financiar -con creces- el déficit del sector industrial y energético que totalizaron unos US$ 26.900 millones y US$ 5.700 millones respectivamente.
Concretamente, el superávit comercial del sector primario se sustenta por el avance de los precios de nuestras exportaciones de commodities en general y de soja en particular junto con el repunte de la cosecha (luego de la sequía del año pasado). Para este año, el complejo exportador sojero -compuesto por las exportaciones de poroto, de harina y de aceite-, alcanzaría unos US$ 15.000 aproximadamente hasta septiembre y unos US$ 21.000 millones aproximadamente para todo el año; lo que representaría un 25% de nuestras ventas al exterior y casi la mitad de las exportaciones primarias.
Por último, luego de varios años de deterioro, según los registros de INDEC el déficit energético alcanzó un récord de US$ 5.780 millones en los últimos doce meses. En este sentido, mientras que las exportaciones energéticas se reducen un 16% aproximadamente, las importaciones del sector representan una verdadera aspiradora de divisas, que en el 2012 habrían alcanzado unos US$ 9.500 millones aproximadamente y que en los últimos doce meses (hasta septiembre inclusive) habrían superado ya los US$ 11.200 millones.
Este creciente deterioro del saldo energético no sólo complica al resultado comercial total, sino que también compromete el frente fiscal, acrecentando el déficit del Tesoro Nacional, que se hace cargo de los costos más elevados de la energía importada (a través de los subsidios energéticos).
En pocas palabras, en términos macroeconómicos, las exportaciones de soja motorizan a todo el sector comercial externo y financian los déficits de la industria y del sector energético. Sin embargo, nuestro país estaría enfrentando un contexto de pérdida estructural de reservas en el que las exportaciones de soja ya no alcanzan para revertir este drenaje de capitales: las exportaciones se desaceleran por el incremento del ritmo devaluatorio y de la brecha cambiaria entre cotizaciones, que incentiva a los productores a postergar sus ventas; las exportaciones de energía también se amesetan por problemas de producción; las importaciones de energía y capital aumentan traccionadas por el nivel de actividad y resultan muy difíciles de ajustar a la baja; las importaciones de autos crecen por la inflación, las facilidades de crédito y el aumento del dólar blue; la cuenta servicios del balance de pagos se torna muy deficitaria por el turismo emisivo; la IED se reduce paulatinamente por que las empresas no pueden demandar dólares para girar a sus casas matrices, y el Gobierno se mantiene alejado de los mercados internacionales de crédito.
La restricción externa se hace cada vez más presente, las exportaciones no se incrementarán significativamente en 2014 y la paulatina quita de estímulos monetarios de EEUU también jugará en contra para la escasez de divisas que comienza a padecer nuestro sistema económico.
¡Necesitas ser un miembro de AGRO 2.0 para añadir comentarios!
Participar en AGRO 2.0