Fernández Palma destacó las ventajas de incluir este grano en los planteos productivos y también habló del mercado del etanol y del sueño chino.
“El sorgo que se producía en el sur de la Argentina y salía por el puerto de Bahía Blanca hace unos 50 años mostraba que el país era un fuerte jugador en el mercado de este cultivo”, dijo Gastón Fernández Palma, presidente de Maizar durante la entrevista con LA NACION.
Sin embargo, según el dirigente, ese “juego fuerte” ha ido perdiendo brillo y, por supuesto, está un poco relegado. “Sin embargo -explicó- existe un altísimo desarrollo tecnológico de hibridación simple (no hay desarrollo biotecnológico en el sorgo por el momento en el mundo) que nos va a permitir ingresar en zonas en la que se adapte el cultivo y que no sean aptas para el desarrollo del maíz”.
Agregó que en la última campaña se sembraron en el país 1.175.000 hectáreas, con una producción de 5,5 millones de toneladas de sorgo.
Respecto de las ventajas del cultivo, señaló que el sorgo tiene “una estructuración radicular fantástica para generar suelos más fértiles y hacer una rotación de cultivos adecuados”.
Explicó Fernández Palma que el objetivo del sorgo fundamentalmente fue brindar forraje. “Se lo puede picar, ensilar o dar directamente en pastoreo. Como es más barato que el maíz, lo puede reemplazar en algunas dietas y es mucho más elástico para ambientes edáficos y climáticos un poco más restringidos”.
En la entrevista, Fernández Palma también se refirió a la importancia del maíz en el mercado del etanol. “En este momento hay cuatro plantas en funcionamiento: Bio4, AGD, Bunge y Vicentín que requieren 40.000 toneladas mensuales de maíz (son 500.000 anuales. Y ahora se incorpora ACA que va a requerir 400.000 toneladas anuales. Además, está generando una enorme cantidad de burlanda que es el material que se utiliza de alto contenido proteico que va a ser distribuido entre 600.000 vacas lecheras que rodean la planta”, dijo el presidente de Maizar.
Agregó el dirigente que si se incorporan dos o tres plantas más es probable que en un año y medio o dos se esté requiriendo aproximadamente un millón y medio de toneladas de l cereal para etanol. “Esto significaría un aspecto tremendamente positivo para el sector, fundamentalmente porque generaría una enorme cantidad de puestos de trabajo”, señaló.
Y para Fernández Palma, hay otra ventaja: ” En la crisis coyuntural que está la Argentina en importación de energía, que nos va a llevar 14.000 millones de dólares, hay dos alternativas: o tenemos los dólares para comprar la energía, o en última instancia importamos menos energía y transformamos el maíz en etanol para mezclarlos con las naftas o en biogás, con un residual de fertilizantes que queda después del proceso”.
Consultado acerca de la disyuntiva alimentos versus energía, respondió que “es una falacia”. Sostuvo que hoy existe en el país una producción de biomasa que incluye desde la uva, la caña de azúcar, hasta el cultivo más sofisticado que se tenga como aromáticas, chips de madera, montes, etcétera.Destacó que hay una biomasa para 400 millones de personas . “Y nosotros tenemos 40 millones de habitantes. Con el 10%de esa biomasa sobra. No hay problema de seguridad alimentaria en la Argentina”, enfatizó.
Respecto de la importancia de China como consumidor de alimentos y la oportunidad que eso representa para la Argentina, el dirigente destacó que el país asiático tiene como ambición llevar la mayor cantidad de su población a los estratos medios de la sociedad. “El consumo que va a tener China va impactará sobre la economía mundial y sobre la de aquellos países que son exportadores y proveedores de biomasa, como nosotros. Para 2020, ellos calculan importar 20 millones de toneladas de maíz, para 2030, 40 millones. Se calcula que en 2050 van a equiparar el PBI norteamericano”, sostuvo.
“De esto se desprende la importancia de la alianza de Maizar con Brasil y Estados Unidos en Maizall, en la búsqueda de nuevos mercados, como el chino”, concluyó Fernández Palma.
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