La presión estacional, la caída del maíz, la fuerza del dólar frente al otras monedas y la retracción de la demanda para forraje son los principales fundamentos.
Los futuros de trigo cotizantes en mercados norteamericanos mantuvieron una empinada tendencia bajista durante el último mes, acercándose el viernes a los u$s 230/ton en la posición de entrega cercana en Chicago. Este valor marcó recientemente un mínimo de los últimos 13 meses en aquella plaza, cayendo en cuatro de las cinco ruedas de la última semana.
La presión estacional por la trilla en el hemisferio norte, la persistente caída de los precios del maíz, el fortalecimiento del dólar frente al resto de las monedas y la retracción de la demanda de trigo para forraje son los principales fundamentos por detrás de las bajas del mercado. Ante este panorama, a nivel internacional se observa mayor competencia entre países exportadores por ganar mercados como los del norte de África, donde la voluntad política busca –con poco éxito- reducir la dependencia de importaciones.
La evolución de las variedades de primavera es muy favorable en Estados Unidos, donde el USDA ubicó en 68% la proporción del área que mantenía condiciones buenas o excelentes hasta el último domingo. Casi la totalidad del trigo ha completado sus espigas, siguiendo una pauta de desarrollo similar a la habitual. La única amenaza a futuro es la posibilidad de que heladas tempranas impacten sobre las últimas etapas de la fase reproductiva, un escenario al que algunos pronósticos le asignan cierta probabilidad.
En Europa, en tanto, el clima más seco de las últimas semanas ha mejorado las condiciones de los cultivos, atenuando los temores de pérdida de calidad comercial entre los países exportadores. Según distintas estimaciones, la cosecha de la Unión Europea podría experimentar un salto interanual del 8% hasta superar las 140 millones de toneladas en la campaña 2013/14.
El panorama del Mar Negro es mucho más auspicioso que el del año pasado. La trilla se ha adelantado algunas semanas y ya se observa una intensa actividad exportadora. En los últimos días Egipto recurrió con frecuencia al trigo de Ucrania y Rumania a través de su tradicional sistema de licitaciones. Si bien el saldo exportable de este último país es relativamente pequeño, Ucrania lograría una cosecha superior a 20 millones de toneladas, quedándole un cuantioso remanente para comerciar.
Ante esta situación, Estados Unidos encuentra grandes dificultades para colocar su mercadería, que se acentúan en un contexto de cierta firmeza del dólar. Aun así, el país del Norte ya ha embarcado 5,5 millones de toneladas y comprometió la entrega de otras 8 millones en los dos meses y medio que han transcurrido del ciclo. Asimismo, en la última semana el USDA reportó ventas externas netas por 726.200 toneladas, superando el rango esperado por los operadores.
Nuestro país mira de reojo la situación externa, ya que permanecerá alejado de los mercados hasta finales de año. Con el saldo exportable completamente agotado y una oferta rígida, los precios domésticos siguen fluctuando en función de los vaivenes de la demanda. La oferta remanente está muy concretada y fluirá al mercado a paso lento hasta el empalme de cosechas.
Durante los últimos días, los futuros con entrega cercana del Mercado a Término de Buenos Aires mostraron poca volatilidad, manteniéndose bien por debajo de los máximos alcanzados en el mes de junio. Al llegar el viernes, los futuros con entrega en el mes de agosto en Dársena ajustaron a u$s 421/ton. Esta cifra equivale a $ 2.335/ton. En tanto, la CAC estableció precios estimativos de hasta $ 2.300/ton en el cereal en plaza Rosario.
Los molinos acumulan compras por 3,5 millones de toneladas, con un ligero retraso respecto del año pasado. La industria continúa procesando a un ritmo inferior a 500.000 toneladas mensuales y recién aliviará su situación con la llegada de la nueva cosecha. Sin embargo, el sostenimiento de los precios en los actuales niveles no conducirá a una brusca caída al momento del empalme, ya que el mercado muestra señales de «acostumbrarse» a los precios elevados.
Las perspectivas productivas son relativamente alentadoras, aunque se requieren nuevas lluvias en la zona núcleo para maximizar el potencial productivo. Las reservas hídricas continúan en baja mientras los trigos se encuentran en pleno macollaje, al tiempo que se observa un descenso en la proporción de la superficie que se encuentra en condiciones buenas o excelentes en la zona núcleo.
Según GEA – Guía Estratégica para el Agro de la Bolsa de Comercio de Rosario, el área total de intención de la campaña 2013/14 asciende a 3,8 millones de hectáreas, con un avance del 90% en las tareas de implantación. Este guarismo significa un crecimiento del 7% respecto del año 2012, relativamente pobre en función del contexto más atractivo de mercado y las distintas medidas tendientes a contener otro retroceso del cereal. Si bien se destaca un ligero incremento del área en Entre Ríos, Buenos Aires y Córdoba, la caída del NOA es muy pronunciada.
Parte del crecimiento del área obedece a una reducción de la intención de siembra de cebada, que perdería unas 300.000 hectáreas respecto del ciclo 2012/13. Igualmente, dependiendo del resultado de la cosecha, nuestro país podría volver a ubicarse en el lote de los mayores exportadores de este cereal durante el próximo año, contando para ello con los mercados de China y Asia central.
Tomando una expectativa moderada de rindes en torno a 28 qq/ha, en un escenario normal la producción se encontraría entre 10 y 11 millones de toneladas. El stock final de este año será prácticamente nulo y no permitirá agregar oferta a la nueva campaña. Durante el próximo año comercial el consumo interno podría absorber 6,5 millones de toneladas –o quizás algo más, dependiendo de la evolución del mercado de harina- y un volumen nada despreciable sería destinado a la recomposición de inventarios.
En consecuencia, no se avizora un crecimiento significativo del saldo exportable. Con estos números nuestro país colocaría unas 3,5 millones de toneladas en los mercados externos, un incremento del 15% que dejaría insatisfecha nuevamente la demanda brasileña. En el país vecino, los daños que sufrieron los cultivos alojados en el estado de Paraná luego de la última ola de frío podrían acentuar las necesidades de importación, complicando la situación de los molinos que no puedan encontrar trigo remanente en Uruguay y Paraguay.-
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