A pesar de que en un principio, estos frutos se consumían principalmente en forma de dulces o almíbar, poco a poco fueron irrumpiendo en su versión fresca, por lo que hoy en las grandes ciudades ya no es extraño encontrar cerezas, frambuesas, arándanos y grosellas frescas, mientras las cremas, los jarabes siguen ampliando su participación en comidas y productos procesados, tanto salados como dulces.
Simultáneamente, también han crecido las exportaciones al punto que, durante el período 2003-2008, las exportaciones de frutas finas frescas crecieron siete veces en volumen, mientras las congeladas se triplicaron.
No obstante durante ese período de tiempo, se vio un estancamiento en el mercado internacional debido principalmente al aumento de los costos de producción en dólares, a la importante necesidad de mano de obra al tratarse de una actividad intensiva (10 personas/ hectárea, promedio) y al encarecimiento de la energía, debido a la necesidad de tener una red de frío al tratarse de frutos muy frágiles, altamente perecederos.
Sin embargo, el mercado internacional ahora se encuentra especialmente atractivo nuevamente, sobre todo para los frutos azules, con aumentos significativos en las cotizaciones debido, entre otras cosas, al ingreso de China en el mercado de demanda y a que Estados Unidos duplicó su demanda de arándanos en los últimos años, terminando con el estancamiento que se venía registrando hasta 2011, provocando que los valores prácticamente se duplicaran en la mayoría de los casos, de 2010 a la fecha.
Argentina aún no alcanza a autoabastecerse, con un mercado interno que sigue creciendo, con muy buenos índices de producción y un mercado internacional más que firme y con la ventaja, no menor, de producir en contraestación para el mercado del Hemisferio Norte.
El presente se da entonces con un sabor amargo, debido a la buena demanda local e internacional, y por otro lado, a los altos costos de producción que esta actividad implica.
El presente se da entonces con un sabor amargo, debido a la buena demanda local e internacional, y por otro lado, a los altos costos de producción que esta actividad implica.
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