Aunque no sea dramática, la caída de los precios internacionales de los granos está condicionando de modo severo a la agricultura argentina y tendrá alto impacto en la campaña 2013/14. Los analistas privados, pero también los del INTA, advierten que la rentabilidad agrícola podría desaparecer o incluso convertirse en pérdida. Los principales afectados son los "productores sin tierra", o aquellas empresas que trabajan sobre campos alquilados.
Pero habrá daños colaterales, especialmente en maíz.
No es tanto la soja de los 500 dólares la que se está mirando en el mercado ahora, sino las cotizaciones a futuro, que definen el negocio el año próximo. En el caso del poroto que más siembra la Argentina, en Chicago la Posición Mayo 2014 (que corresponde a nuestra cosecha) ha perdido 30 dólares por tonelada en lo que va del año y se ubica ahora en 450 dólares, con chances de seguir bajando.
Este valor se transforma aquí -descontadas las retenciones y otros costos-, en unos peligrosos 283 dólares. A la mayoría de las empresas agrícolas, con ese precio el torpedo les pegaría cerca de la línea de flotación.
Reynaldo Muñoz, autor de un sesudo informe sobre el mercado de granos que emite quincenalmente el INTA Pergamino, señaló esta semana que los márgenes brutos de la oleaginosa se reducirán notablemente. El informe cita el caso hipotético de un chacarero que alquile campo y obtenga un rendimiento promedio de 2.800 kilos por hectárea: perdería más de 200 dólares. Si en cambio obtiene una cosecha jugosa de 3.800 kilos de soja, podría considerarse dichoso: ganaría solo 1 dólar por hectárea.
"Para la nueva temporada, los productores van a profundizar sus reclamos buscando mayor rentabilidad. Están en la hoja de ruta las retenciones, las cargas de tasas que se superponen y la presión fiscal", advirtió el técnico del INTA, anticipando los movimientos previsibles del gremialismo rural. Aunque nadie en el gobierno parece escuchar este tipo de advertencias.
A pesar de los magros resultados económicos que promete la soja para la campaña 2013/14, el analista Carlos Etchepare consideró que habrá mucha soja el año próximo, pues los productores recurrirán a ella como resguardo.
La explicación es sencilla y surge de los propios datos de Muñoz o cualquier otro análisis de costos e ingresos. Mientras sembrar soja insume un costo directo de 330 dólares, hacer una hectárea de maíz demanda no menos de 55 dólares.
"Con estos números hay que olvidarse del maíz", sentenció Etchepare.
"El valor de implantación del maíz duplica al de la soja y, en algunos casos, si se hace en campo alquilado el cereal resulta prohibitivo", coincidieron los expertos de la Bolsa de Comercio de Rosario, que prevén un aumento del área sembrada con soja a expensas de la de forrajero. Ante la pasividad de un gobierno que despotrica contra el monocultivo, se consolidaría un escenario de intensa sojización.
El escenario de escasa rentabilidad que afecta al maíz se repite en otros cultivos, como el trigo y el girasol. La constante es que en muy escasas situaciones un arrendatario podría salir empatado, por el alto impacto de las retenciones y los alquileres agrícolas. Cruje -y mucho- el actor productivo determinante del crecimiento agrícola de los últimos veinte años.
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