AGRO 2.0

AGRO 2.0 ARGENTINA: Cómo producir más en forma sustentable

En Melincué, provincia de Santa Fe, y Tandil, provincia de Buenos Aires, el equipo de Nutrientes y Protección de Cultivos de Nidera reunió a su red de distribuidores y presentó las últimas novedades para hilar fino y amalgamar con buenos resultados la intensificación productiva con la sustentabilidad.

En el logro de mayores productividades agrícolas juegan un papel decisivo el aporte de los fertilizantes y fitosanitarios. Camila López Colmano, gerente de Marketing de la División Nutrientes y Protección de Cultivos de Nidera, abrió la reunión exponiendo la situación actual en ese terreno, en base a datos de la Asociación Fertilizar. “En el mercado doméstico de fertilizantes teníamos una proyección para 2015 que marcaba el uso de aproximadamente 4,5 millones de toneladas –señaló-, pero al ritmo que venimos no creemos que podamos alcanzar ese volumen. En la campaña 2011/12 el mercado creció muy poco y llegó a 3,3 millones de toneladas, pero en el último ciclo agrícola –correspondiente a la cosecha 2012/13- el mercado de fertilizantes argentino cayó un 18%. Y para la campaña que estamos iniciando las proyecciones nos indican que solo recuperaremos el terreno perdido en la última campaña”.

López Colmano indicó que del total de fertilizantes comercializados en la Argentina “la mitad es nitrogenado y cerca del 44% es fosfatado, esto muestra la poca especialización frente a lo que el suelo necesita”.

Luego trajo a cuento una encuesta a productores realizada por la Asociación Fertilizar donde se señala que el 62% de la superficie sembrada con soja recibe algún fertilizante y que lo mismo ocurre con el 94% del maíz, el 95% del trigo, el 81% del girasol, el 88% de la cebada y el 91% del sorgo. Al respecto, los asistentes remarcaron diferencias entre sus distintas zonas, que fueron explicadas fundamentalmente por las variaciones climáticas entre las regiones. Por ejemplo, del centro de Córdoba hacia el Norte, en las últimas tres campañas -caracterizadas por la sequía-, la cantidad de fertilizante utilizado por los productores disminuyó sensiblemente.

Con respecto a los productos fitosanitarios, López Colmano explicó que en la Argentina se trata de un mercado de 2.400 millones de dólares anuales, que sigue subiendo en su facturación pero que en la última campaña se redujo un 5,6% en volumen. Los herbicidas son la principal porción de la torta.

Antonio Deane, Director de Weather Wise Argentina, expuso la situación climática esperada para la campaña que se avecina señalando que será favorable para la mayoría de las zonas agrícolas. “Desde inicios de noviembre y durante diciembre las lluvias se irán generalizando –indicó el especialista-, por lo tanto este es un año para soja de primera, pero deberán cuidarse los productores que están cerca del río Paraná y en el NEA para que la floración no les caiga en enero”.

“En cambio –agregó Deane-, quienes están ubicados en el eje central del país, desde el oeste de Buenos Aires hacia Santiago del Estero, recibirán lluvias a mediados de enero que serán un gran aporte para sus cultivos”.

Dónde está el potencial

Frente al desafío de aumentar la producción mundial de alimentos, Fernando García, Director Regional del Instituto Internacional de Nutrición de Plantas (IPNI, según su sigla en inglés), planteó el debate con los asistentes sobre producir de manera sustentable con sistemas intensificados. “Ante la gran demanda de alimentos, biomateriales y biocombustibles que se está generando a nivel mundial, con una población del planeta que se espera que alcance los 9 mil millones de habitantes en 2050, debemos duplicar la producción agrícola”, señaló el experto. “Y está claro que eso lo tenemos que conseguir principalmente aumentando los rendimientos por unidad de superficie y no sólo apelando a que la expansión agrícola incorpore nuevas tierras, que además suelen pertenecer a ecosistemas más frágiles. Por lo tanto –continuó García-, el objetivo de la intensificación sustentable de la agricultura consiste en generar situaciones de mayor productividad en las tierras que ya están actualmente en uso”.

En esa línea viene trabajando el IPNI a nivel mundial. En el caso de la Argentina, con la colaboración de las Estaciones Experimentales del INTA y las Facultades de Ciencias Agrarias de Balcarce y de Paraná, desde 2009 realiza ensayos que denominan “de largo plazo” en los que se compara la eficiencia y efectividad de los sistemas actuales de producción, tal como son desarrollados por los productores en cada región, versus los sistemas intensificados en los que se controlan todas las variables aplicando la última tecnología disponible, ajustando desde la fecha y densidad de siembra hasta el uso de los diferentes recursos o insumos.

Un ejemplo de los resultados obtenidos en los últimos cuatros años son los rendimientos logrados en maíz. El promedio de ese período muestra que los sistemas intensificados sustentables lograron rindes que superaron a las medias de la región en 1560 kilos por hectárea en Balcarce y en 3177 kg/ha en Paraná, es decir un 20% y un 55% más, respectivamente, que lo obtenido por los productores de esas zonas. “Los resultados logrados –indicó García- son muy auspiciosos y marcan diferencias en los rendimientos, pero también en la eficiencia y productividad del agua, del nitrógeno y de la radiación que llega a cada lote, a la vez que aparecen efectos interesantes sobre otras variables, como la reducción de emisión de los gases de efecto invernadero”.

Bioactivadores e inductores

Los bioactivadores, que son la última novedad en materia de nutrición de cultivos, y los inductores de resistencia, una nueva generación de fitosanitarios que están por llegar a la Argentina, fueron presentados por Adrián Arrua, del Grupo Iñesta.

En el primer caso se trata del grupo de bioactivadores y complementos nutricionales que recientemente lanzó Nidera bajo el nombre de Nutridor para ser usados en tratamientos de semillas y en aplicaciones foliares. Arrua indicó que estos productos aumentan la eficiencia de los cultivos promoviendo mejoras en el rendimiento y la calidad de los granos. Están recomendados para soja, maíz, trigo, girasol y cultivos intensivos.

Con la denominación comercial Nutridor, Nidera llegó al mercado con tres bioactivadores. Uno de ellos es Nutridor S, especialmente formulado para aplicación foliar y para tratamiento de semillas. Este producto induce a la germinación rápida y uniforme aumentando el vigor y poder germinativo de las semillas tratadas. Estimula el desarrollo radicular, aporta mayor resistencia al estrés hídrico y le otorga a la planta mayor capacidad de absorción de agua y nutrientes. Su uso está recomendado para cultivos hortícolas, soja, trigo, maíz y girasol.

La otra presentación es Nutridor L, una solución de aminoácidos de origen vegetal. Su gran eficacia como bioactivador proporciona al cultivo mayor tolerancia a condiciones de stress por fitotoxicidad (herbicida/fungicida), tolerancia a temperaturas extremas (siembras tempranas), activa la fotosíntesis, aumenta la formación de proteínas, aceites y azúcares acumulando mayor reserva en la planta, mejora la formación de raíces y gajos en las plantas, facilita la absorción y translocación de nutrientes (abertura/cierre de estomas). Puede ser aplicado tanto por vía foliar como al suelo, especialmente ante situaciones de estrés. Se recomienda su utilización en cereales y en otros cultivos extensivos, así como también en frutales, cítricos, vid y olivo, especialmente a partir de prefloración y durante el desarrollo del fruto.

El tercero es Nutridor K, un complemento nutricional que contiene 22% de potasio soluble. Es recomendado para el desarrollo y maduración de frutos y granos, tanto en cultivos de hortalizas como en cereales y oleaginosas. Promueve el mejoramiento del estado nutricional de los cultivos. Su aplicación puede realizarse en tratamientos foliares.

Por último, Arrua adelantó el lanzamiento que realizará Nidera de los inductores de resistencia. “Se trata de una nueva tecnología aplicada a la sanidad de los cultivos –explicó el especialista-, que no actúa como un fungicida sino que activa el mecanismo de defensa de las plantas preparándolas para que puedan enfrentar en mejor condición un ataque de patógenos”.

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