Los altísimos precios internacionales de los granos permitirían al humor popular acuñar una frase del estilo “ ... más rico que productor de soja”. Sin embargo, un sencillo análisis económico permite determinar que quienes menos ganan con el poroto son quienes lo producen . En rigor, con los números como están, es el Estado (especialmente el nacional) quien embolsa más dinero de la soja: por hectárea sembrada gana hasta 11 veces más que los chacareros.
Néstor Roulet, ex vice de CRA, hizo esas cuentas a partir de un campo que produce 28 quintales (2.800 kilos o casi 3 toneladas) de soja, el promedio nacional. “En la campaña 2012/13, mientras el Estado recaudará alrededor de 800 dólares por hectárea, el que siembra y arriesga le quedará 60,7 dólares por hectárea ”, fue su conclusión.
Eso en una hectárea. Pero teniendo en cuenta que la oleaginosa se sembraría sobre 20 millones de hectáreas en la campaña 2012/13, la conclusión de Roulet es contundente. Afirma que “de los 30.198.528.000 dólares que ingresarán al país por la soja, el 46,3% se lo queda el Estado Nacional, el 4,7% los Estados provinciales , el 34% son costos, el 4% es el ingreso del arrendatario y el 11% restante es para los dueños del campo”.
Sus números son los que siguen: a un valor de casi 562 dólares por tonelada, las 2,8 toneladas de soja obtenidas en una hectárea representan 1.572 dólares. De entrada nomás, el Estado descuenta por las retenciones 35%: 550 dólares. Y así el ingreso real del productor se reduce a 1.022 dólares.
Con ese dinero el productor tiene que afrontar costos. Roulet estimó los costos directos (desde la semilla hasta la cosecha) en 273 dólares por hectárea. Y los costos indirectos en 193 dólares. De todos modos, en el caso de la mayoría de los planteos agrícolas (60% de la superficie pampeana es alquilada), además hay que adicionar el costo de la tierra: unos 12 quintales por hectárea, o 420 dólares.
Así, de un plumazo, al que es “arrendatario” le quitan de circulación casi 1.000 dólares de sus ingresos potenciales: 550 para el Estado por retenciones y 420 para el dueño de la tierra. Este último, a pesar de actuar como “rentista”, embolsa 6 o 7 veces más dinero que el verdadero sujeto productivo.
Del remanente, el productor debe destinar unos 75 dólares por hectárea para hacer frente a otros impuestos, como Ganancias, el gravamen a los cheques o Ingresos Brutos provinciales. Así, y tras restar todos los ítems, al arrendatario le quedarían poco más de 60 dólares por hectárea, de los 1.500 dólares reales que valía su soja.
No es un informe aislado. La Bolsa de Comercio de Santa Fe calculó que de los dólares producidos por una hectárea de soja el 45% se va a impuestos, 32% son costos directos y de estructura, 18% son gastos de comercialización, y apenas 5% (68 dólares por hectárea) representan el ingreso del productor.
Fuente: infoagro
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