Entre las décadas de los 50 y las de los 80 y 90, el sector porcino vivió una importante evolución. Ese proceso cargado de transformaciones se ha mantenido hasta la actualidad. Allá por los años 60 se produjo en España un incremento de la renta y de la población. En paralelo, o más bien a consecuencia de todo aquello, se dieron grandes cambios en todos los ámbitos de la sociedad. En el sector de la producción ganadera se tradujeron en el desarrollo y consolidación de fórmulas tan exitosas como la integración. Ya entrados los 80, un desafío como el de la incorporación a la Unión Europea resultaría una oportunidad única para poner la guinda al proceso de liberación, apertura y racionalización de la economía española. Poco tiempo después, aunque fuera a consecuencia de crisis -en este caso las alimentarias-, los 90 fortalecieron a su manera el mundo del porcino: el consumidor empezó a tomar verdadera conciencia de su derecho a exigir una garantía eficaz en los productos alimentarios que le ofrecía el mercado. Las nuevas exigencias se tornaron en criterios de calidad al incorporarse al sector porcino como cuestiones de seguridad asociada a la calidad y criterios éticos inexcusables tanto en la producción, como durante el transporte y hasta en su paso por el matadero. En definitiva, cuarenta años de avances hacia mayores cotas de bienestar social tuvieron su parangón en el mundo animal.
Pero, ¿en qué situación nos encontramos ahora? Los retos del mercado pasan hoy por dotar de una nueva imagen al producto derivado del cerdo. La globalización del mundo contemporáneo influye enormemente en las pautas establecidas tanto en la comercialización como en la producción. El sector porcino español se confirma como eje fundamental del equilibrio de la balanza comercial española. Y es que hablamos de dos años de récord. En 2012 se registró la segunda mayor exportación de la Historia, con 3,13 millones de toneladas, duplicando los valores antaño recordados de comienzos de los años 2000. Lejos quedan aquellas cifras que arrojaban 1,6 millones de toneladas exportadas.
Semejante contexto obliga a la Asociación Nacional de Comerciantes de Ganado Porcino (Ancoporc) a desarrollar su actividad con un fin primordial: ser un altavoz aún más potente para un sector que, lejos de permanecer estancado, se adapta y se compromete con los cambios que se han producido y que seguro seguirán produciéndose. Todo cambia. Todos cambiamos. En mi caso, llevo vinculado profesionalmente a Ancoporc algo más de tres años. Me ha llegado el momento, en forma de oportunidad, de saltar a la primera línea de fuego y canalizar todas esas necesidades contemporáneas del sector, de forma que la asociación siga siendo un instrumento a la altura de las circunstancias. Retos para el porcino. Retos para Ancoporc. Retos para mi persona. No es momento de amedrentarse, por eso asumo con pasión el objetivo de reforzar las debilidades de este organismo para lograr que nuestra voz, la del porcino, se oiga cada vez más alto, cada vez más lejos.
Artículo original publicado en Suis 97, abril 2013, pp. 3
http://albeitar.portalveterinaria.com/noticia/12262/LA-FIRMA-INVITA...
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