Nace en León la primera empresa social orientada a formar y emplear en tareas agrícolas y forestales a ex presos de Mansilla de las Mulas y personas en riesgo de exclusión, bajo la idea de microproyecto ideada por el bengalí Muhammad Yunus.
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Cada uno de los diez socios puso 50 euros. Con ese dinero se fundó una asociación juvenil que puso en marcha un proyecto piloto en Villómar, donde han estado un año experimentando con cultivos ecológicos. El dinero aportado por los socios, de los que siete estaban en paro, sirvió para llevar el agua de un pozo hasta la finca. Las primeras ganancias se han reinvertido en nuevos microproyectos, en los que se ha facilitado formación a ex presos y personas en riesgo de exclusión social. Europa supo de esta iniciativa y dio 5.600 euros, con los que ahora se está financiando la primera empresa social de León basada en las ideas desarrolladas por el Premio Nobel Muhammad Yunus, promotor del microcrédito, y por Bill Drayton, Premio Príncipe de Asturias a la Concordia por su labor en el emprendimiento social. Los primeros empleados de la temporada —diez en León y dos en Palencia— empezaban el pasado lunes a inventariar áreas forestales de Castilla y León.
«Hay poco trabajo y yo acepto todo lo que me ofrecen. Si no vengo aquí la otra opción es hacer una actividad en el Centro de Inserción Social», confiesa el ucraniano Román Bilyk, de 35 años. Le queda poco tiempo para liquidar su condena y de no ser por esta empresa social sus posibilidades de encontrar un empleo en este momento serían muy remotas. Antes de entrar en este proceso, recorrió muchos pueblos de la provincia como voluntario recogiendo hojas y limpiando calles. Pero ha llegado la hora de normalizar su vida y darse la oportunidad de demostrar su capacidad de reinserción. Mientras comenta cómo le ha ido en los últimos años, Roman recoge con el rastrillo las hojas que acaba de podar en un arbusto del parque público de Alija de la Ribera, a muy pocos kilómetros de León. Lo hace con escrupulosa paciencia y colaborando en todo momento con Javier, su compañero de tarea.
Pero, ¿cómo le cambia a uno la vida cuando existe una ayuda laboral de este tipo? El perfil de Javier es distinto al del ucraniano Roman, pero a ambos les une el camino de la reinserción. Javier estuvo viviendo en la comunidad de Proyecto Hombre hace unos siete años. Tuvo una recaída y ahora se encuentra en régimen ambulataroio. Ha trabajado cuidando mayores y tiene capacitación como forestal, pero advierte: «He enviado currículos a todos los sitios y no recibo ninguna llamada». vive con su pareja, paga su piso y con dos horas al día de trabajo y 336 euros al mes se las apaña. Lo peor es que tiene mucho tiempo libre. «Aunque ahora lo ocupo», señala. «Un trabajo, por poco que sea, es mucho; para alguien como yo, incluso es más importante estar ocupado que el dinero en sí. Con tener para comer y dormir me vale». Y para leer, porque es una de las aficiones que a las que se ha apuntado en cuanto ha empezado a leer. «Ayer llegué cansado, leí un rato y ya no salí de casa», asegura con cierto orgullo. Además, como dice él: «Si madrugas, descansas y toda tu vida es más ordenada. Una oportunidad como esta es muy importante». Sabe de mucha gente que ha encontrado trabajo y en ese tiempo ha dejado de consumir. «Cuando vuelve al paro es peor, es que en la calle se junta lo peor de lo peor». Con 41 años, ha puesto el contador a cero y ahora ya tiene una nueva vida.
Todo esto es lo que han buscado los fundadores de Ecoperia, la empresa social que desde el pasado lunes ha empleado a doce nuevas personas en riesgo de exclusión para realizar tareas forestales en los bosques de Castilla y León. Javier de Rábano es el coordinador general del proyecto. Ha estado vinculado desde hace años al ámbito de la cooperación internacional. Y de ahí surgió este proyecto de emprendimiento social. «En Sudáfrica me dediqué a promover iniciativas sociales con microcréditos y hace años estuve en Bolivia poniendo en marcha proyectos de empresas sociales dedicadas a la limpieza. Con 8.000 euros de inversión en dos años se crearon 35 puestos de trabajo. ¿Por qué no puede funcionar aquí algo así?», se preguntó entonces.
La respuesta la dió hace un año un grupo de diez leoneses, de los que siete estaban en el paro. Son un informático, un abogado, dos ambientólogos, un ingeniero industrial, un ingeniero forestal, un ingeniero agrónomo, dos economistas y un trabajador social y sociólogo. Empezaron de cero y nació Ecoperia. Su primera iniciativa fue la denominada Semilla Verde. Tienen una hectárea de terreno en Villómar, donde han conseguido hacer viable una plantación de cultivos ecológicos. A través de esta propuesta, que ha recibido fondos del Programa Juventud en Acción de la UE y la Junta Vecinal de Villómar, se quiere promover un vivero de empresas sociales que propicien el autoempleo entre personas en riesgo de exclusión, ya sea por sus antecedentes delictivos o por alguna discapacidad.
Para ello han creado el Aula Verde, en el que se han formado ya una docena de personas, principalmente ex reclusos del Centro Penitenciario de Mansilla de las Mulas. «Primero formar para luego autoemplear», es el lema recordado por De Rábano. «Una hectárea ha sido rentable. Todo lo invertido se recuperó; eso sí, de momento nosotros no tenemos remuneración». Aunque ese sea el objetivo final.
Después de haber capacitado a personas pertenecientes a colectivos con dificultades de acceso al mercado laboral en técnicas agrarias y forestales, ya han comenzado a prestar servicios especializados a una plantación agrícola-forestal en Valencia de Don Juan y Palanquinos. El método que han utilizado para conseguir todo esto es ofreciendo sus labores de producción sostenible a empresarios del sector en la provincia de León, incialmente a los de la ribera del Esla, donde ya están asentados. «Queremos ser una plataforma de lanzamiento para esa gente, de manera que logren un empleo normalizado».
Una vez que han conseguido sus primeros objetivos con la viabilidad del huerto ecológico de Mansilla de las Mulas, otro de los objetivos que quedan por cumplir es crear una red de distribución que siga cumpliendo los fines sociales de la empresa. Actualmente se encuentran promovimiendo redes sociales de productores y consumidores de alimentos ecológicos y la distribución de sus productos. «No solo es una empresa de actividad social, sino que también aporta beneficios a la sociedad», subraya De Rábano. En este sentido están trabajando en la creación de una cesta común de productos ecológicos entre los agricultores del sur de León (Aesurle) que promoverán a través de una plataforma on line. Incluso quieren que el reparto de estos productos sea de alguna manera sostenible, así que no suena descabellado que los distribuidores finales llegasen en bicicleta para entregar el pedido. En estos momentos se encuentran en proceso de certificación de productos, comenta el abogado de la entidad.
Todo ello ha tenido como resultado final lo que han bautizado como Proyecto Esqueje, que es la iniciativa de emprendimiento social cuya finalidad es realizar una prestación de servicios para entidades que apuesten por la producción sostenible y las energías renovables. Han alcanzado un acuerdo comercial con una empresa de ámbito nacional dedicada a la producción de biomasa, en la que este colectivo se establece como subcontrata. «Pretendemos en esta época de crisis que las personas con mayores dificultades para acceder al mercado laboral lo puedan conseguir mediante una capacitación técnica y técnica inicial, para su posterior inserción en empresas del sector que les permita entrar en ese mercado en igualdad de condiciones», recalcan desde la empresa.
Desde hace meses llevan buscando métodos alternativos de financiación para los proyectos de emprendimiento social. La crisis generalizada les ha agudizado el ingenio y han optado por la figura del préstamo participativo, ya regulado legalmente.
fuente: diariodeleon.es
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