El Cebas desarrolla un software para realizar un control más preciso del riego, nutrición y condiciones climáticas de los cultivos, que permitirá obtener más producción y de mejor calidad a menor coste
El uso de la tecnología se abre poco a poco camino en la agricultura. El consumo de agua, un recurso cada vez más escaso, se ha visto reducido en los últimos años gracias a la introducción del riego de precisión que, mediante sensores que controlan el estado de la planta, permite suministrar la cantidad justa que necesita el cultivo. Se trata de un primer paso que podría ir encaminado en un futuro a la automatización total en la gestión de las fincas e invernaderos.
Para facilitar la revolución tecnológica en el sector, el departamento de Nutrición Vegetal del Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura (Cebas-CSIC) trabaja en el desarrollo de un software para el control de los cultivos. La idea que plantea el proyecto, iniciado hace tres años, es realizar análisis periódicos del estado de las plantas a través de sensores y medidores para calcular y aplicar las cantidades y niveles más adecuados en función de los datos recopilados en un ordenador.
El programa informático, denominado 'Horticontrol Expert', permite conocer con exactitud las necesidades de agua, nutrientes y luz del cultivo en cada momento, además de fijar las condiciones ambientales ideales. «En el campo, el agricultor está limitado a manejar el riego lo mejor que pueda. Este sistema, en cambio, pretende controlar todos los elementos que influyen en el crecimiento de las plantas», indica Vicente Martínez, director del departamento de Nutrición Vegetal.
Suministro a la carta
Así, explica, en cultivos sin suelo, donde es muy habitual realizar hasta nueve riegos a lo largo del día, el software se encarga de calcular el momento en el que el cabezal tiene que suministrar el agua y la cantidad exacta. Los riegos solo se efectúan cuando las necesidades fisiológicas del cultivo así lo requieren.
El programa informático es capaz de corregir los desequilibrios nutricionales que se pueden producir durante el desarrollo del cultivo. La solución nutritiva se prepara de forma automática, teniendo en cuenta la calidad del agua de riego disponible, el tipo de cultivo y la etapa de desarrollo de las plantas, para aportar los nutrientes que la planta requiere en cada momento.
El control del clima también es automático y se ajusta para que las condiciones varíen en función de la hora del día. Con todos los datos obtenidos, asimismo, se puede realizar un cálculo exacto del coste, tanto económico como en materias primas (agua, fertilizantes, abonos,…) de la cosecha.
Plagas bajo control
«El futuro de la agricultura pasa por tener más control y precisión, para hacerlo todo a demanda. La idea de que con más cantidad de agua o nutrientes se obtiene más calidad está muy superada. Hay que dar lo que requiere la planta», indica.
El grupo del Cebas también está desarrollando un sistema de visión artificial para el control de las plagas. Mediante trampas adhesivas cromotrópicas, es decir, que emplean colores llamativos para atraer a los insectos, se realizan fotografías para identificarlos y estudiar la evolución de las distintas poblaciones. El software envía alertas sobre las plagas y recomienda cómo se deberían de tratar.
El reto de los investigadores en este proyecto es aplicar la misma filosofía que en la fabricación de coches, donde todo está altamente tecnificado, a la agricultura, puesto que la automatización permite reducir los costes a largo plazo e incrementar la producción. Martínez señala que Japón, Estados Unidos y Holanda son los tres países que se encuentran a la vanguardia de este tipo de sistemas y asegura que, con el tiempo, terminarán implantándose en España, principalmente para productos con valor añadido, como los de cuarta gama, que se comercializan ya lavados, cortados, envasados y listos para consumir.
«Es una gran solución para aquellos agricultores que necesitan suministrar un producto de alta calidad los doce meses del año, algo que sería muy difícil de conseguir en el campo. Lo que buscamos es industrializar la producción de algunos cultivos agrícolas», reconoce.
La idea inicial del proyecto es que el programa se pueda ir implementando con diferentes tipos de sensores para obtener datos climáticos, del cultivo, de pH, de conductividad eléctrica de la solución nutritiva, además de emplear contadores que midan tanto el agua que se utiliza para el riego, como la del drenaje resultante en los cultivos sin suelo.
La función de estos dispositivos es indicar los niveles de los parámetros que se pretenden controlar, mientras que los diferentes sistemas automáticos ejecutan las acciones necesarias para alcanzar un nivel óptimo: bajan o suben la temperatura, administran las soluciones nutritivas mediante cabezales de riego, utilizan pantallas de sombreo y abren o cierran las ventanas del invernadero. El programa parte de todos los aparatos con los que cuenta el agricultor y utiliza aquellos más eficaces y que, a la vez, supongan un menor gasto económico.
Puntos fuertes
El investigador destaca que uno de los puntos fuertes del programa es que se trata de un sistema «escalable» y «modular», es decir, que permite bastante flexibilidad en función de unas necesidades concretas, de los medios de que dispone el agricultor y de la cosecha. El objetivo es partir de un producto en blanco para que el software se adapte a cualquier situación y pueda ir evolucionando.
El equipo del Cebas está realizando las pruebas en un invernadero ubicado en la finca experimental 'La Matanza', en el municipio de Santomera, que cuenta con las últimas tecnologías (sensores de humedad, de temperatura, estaciones meteorológicas…), aunque el programa, apunta Martínez, podría utilizarse en el campo, donde hay disponibles menos medios y no es posible ningún tipo de control climático. «Se podría manejar el cabezal de riego mediante unos sensores de humedad», aclara.
El software también se puede emplear en invernaderos de plástico tipo parral, como los de Almería, que no disponen de recursos como sistemas de enfriamiento ('cooling') o ventanas cenitales. «La idea no es desarrollar un software cerrado, sino que se adapte a lo que tiene el agricultor para llevar a cabo una gestión más sofisticada y precisa de su finca», asegura.
Inteligencia artificial
La segunda fase del proyecto contempla incorporar inteligencia artificial para que el programa aprenda, mejore sus decisiones y evite repetir errores. «Para bajar la temperatura, lo más económico es abrir la ventana, pero si no es efectivo, el sistema encendería directamente el sistema 'cooling' la siguiente vez. La intención es que vaya evolucionando porque, al final, lo más importante es optimizar los gastos y controlar con más precisión la producción», argumenta.
El software, además, podría hacer previsiones en base a los datos de los sistemas climáticos, lo que le permitiría adelantarse a las condiciones que se vayan a dar cada día, por ejemplo, si va a hacer frío o calor, o si estará el tiempo nublado, lluvioso o soleado. «El objetivo final es que pueda ajustarse, según la información que se le va introduciendo, para obtener más kilos de producción y un producto de mejor calidad», asegura.
fuente laverdad
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