Esta semana se ha realizado en Roma la cumbre de la crisis alimentaria, que reunió a diversos líderes del mundo con el fin de elaborar caminos para enfrentar esta situación. Y como resultado de esta cita se firmó un documento en que se establece el compromiso de aumentar la producción de alimentos de aquí a 20 años. La nota es de la BBC:
Se producirán más alimentos
Líderes mundiales reunidos en Roma para hacer frente a la crisis de los alimentos firmaron un documento donde se comprometen a duplicar para el año 2030 la producción de alimentos.
También se acordó invertir unos US$6.000 millones para alentar la producción de pequeños agricultores en los países más pobres del planeta.
El compromiso está incluido en la declaración final de una cumbre de tres días convocada por Naciones Unidas en Roma a la cual asistieron 183 países con miras a forjar una estrategia global contra la crisis.
Los presentes acordaron también fortalecer las intervenciones humanitarias y sostener diálogos de intercambio comercial.
Sin embargo, el acuerdo final fue demorado por Argentina que se oponía a la declaración.
El documento exhortaba a los gobiernos a no tener injerencia en sus propios mercados.
Después de horas de tira y afloje, el país austral - cuyo impuesto a la exportación de soja, maíz y carne generó las protestas de agricultores - aceptó la declaración pero pidió que sus reservas fueran anotadas al final del documento.
Al centro de la agenda
Los representantes de los gobiernos recibieron con beneplácito la declaración como una señal de que el tema de la agricultura regresaba a la agenda.
"Por primera vez la agricultura ocupa el centro de discusión en el escenario mundial. Durante años había estado en la periferia", expresó a la BBC la ministra de Agricultura de Sudáfrica, Lulu Xingwana.
"Se ha necesitado de una crisis alimentaria para sacudir el mundo y hacerle caer en cuenta que la seguridad alimentaria es básica para la paz y seguridad".
El relator de la ONU sobre el Derecho a la Alimentación, Olivier de Schutter, dijo que la adopción de la declaración final "es una señal de que la comunidad internacional habla con una sola voz".
Pero la cumbre, que se veía amenazada por la presencia de polémicos jefes de estado invitados como el presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, no se libró de críticas.
Representantes de organizaciones no gubernamentales, que frecuentemente conducen trabajos de campo paralelos en países en desarrollo, se quejaron de haber sido excluidos de las discusiones.
La asesora sobre Alimentos y Hambre de la ONG ActionAid, Magda Kropiwnicka, manifestó que el documento carecía de propuestas concretas.
"El documento no tiene sustancia alguna", comentó. "No hay compromisos financieros cuantificables. Con la excepción de los fondos existentes del Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas (FAO), no se ha ofrecido dinero alguno para atacar el problema principal de producción".
La FAO, que subrayó que la cumbre no pretendía asegurar promesas financieras, declaró que necesita incrementar su presupuesto diez veces - a unos US$30.000 millones - para ayudar a los agricultores en la cultivación de alimentos para sus comunidades y naciones.
Lar Sra. Kropiwnicka también dijo que la insistencia de las naciones poderosas de que la solución a la actual crisis yacía en la conclusión de las conversaciones de la Ronda de Doha sobre el comercio era desatinada.
"Esto simplemente va a causar un desastre mayor. Durante los últimos 30 años, la privatización de la agricultura y la falta de inversión en las economías rurales han dejado a los países sin políticas efectivas para lidiar con la crisis", concluyó.
"Desafíos y oportunidades"
El tema de los biocombustibles fue divisivo durante la cumbre. Algunos funcionarios de la ONU han dicho que el rápido crecimiento de ese sector puede haber generado hasta el 30% de la inflación global, al desviar la producción de alimentos para el uso de combustible y creando escasez.
No obstante, Estados Unidos - el mayor productor de etanol del mundo - insiste en que sólo es responsable del 3% en el incremento de los precios.
Los países finalmente acordaron que la industria proveía tanto "desafíos como oportunidades" que debían ser investigadas más a fondo.
Durante su alocución a los delegados, el presidente de Brasil Luis Inacio Lula da Silva defendió apasionadamente el potencial de la extracción de etanol de la caña de azúcar, resaltando el hecho que una gran parte del transporte de su país se impulsa con caña de azúcar que se cultiva en sólo el 1% de la tierra arable de Brasil.
Los analistas concuerdan en que el etanol de caña es un sistema más eficiente y ecológico para producir combustible que la industria del maíz altamente subsidiada en Estados Unidos.
De Schutter fue severamente crítico del sector estadounidense, expresando que lejos de ofrecer una alternativa a los combustibles fósiles, se pone al servicio de los poderosos grupos agrícolas del país.
Añadió que la decisión de EE.UU. y la Unión Europea de incrementar la producción de biocombustibles enviaba una "señal peligrosa" al mercado que incrementaría la especulación de los bienes.
"En Estados Unidos la principal razón de ser de la industria de biocombustibles no es para combatir el cambio climático o para buscar una independencia energética, sino para recompensar a grupos poderosos e influyentes. Es difícil cambiar las políticas de los intereses creados".
Entretanto, Estados Unidos declaró que encabezaba la lucha contra el hambre y que estaba orgulloso de ser por sí sólo responsable de la mitad de la asistencia alimentaria total.
"Exhortamos a todos los países a hacer su parte. De hecho, nosotros mismo tenemos un problema con los precio de los alimentos y estamos ofreciendo US$5.000 millones durante los próximos dos años para ayudar en este proceso".
Fuente:
Fernando Flores
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