La Unión Nacional de Organizaciones Rurales Campesinas Autónomas (UNORCA) mantuvo durante diez días un ayuno contra los transgénicos. Instalados en un plantón en frente al Ángel de la Independencia, en pleno centro de la ciudad, comisionados campesinos procedentes de 22 estados de la República, alertan sobre los peligros de la siembra de semillas genéticamente modificadas y exigen una postura responsable por parte del gobierno federal.
El movimiento vigila desde hace más de una década los experimentos de Monsanto con relación a la manipulación genética del maíz y alerta sobre los peligros que puede traer, tanto para la salud, como para la soberanía alimentaria de los pueblos. “No es éste un asunto sólo de campesinos. La invasión de maíz transgénico impactará a todas las personas como consumidores y agravará las lamentables condiciones de dependencia alimentaria que ya padece el país”, afirmaron en su comunicado el 28 de enero.
El plantón contó con el apoyo de varias organizaciones, como la Central Campesina Cardenista, la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras, la Coalición de Organizaciones Democráticas, Urbanas y Campesinas (CODUC) y la Vía Campesina Internacional, que informó el próximo envío de oficios al presidente Enrique Peña Nieto y el gobierno del Distrito Federal.
Con esta movilización, la UNORCA busca lanzar un alerta a una situación que afecta a todos los mexicanos y es ahora urgente, una vez que la Secretaría del medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) concedió permisos para que se lleven a cabo en México siembras pilotos por parte de Monsanto. Se hablan de 1 millón 100 mil hectáreas destinadas para este fin, 700 mil de ellas en el estado de Sinaloa y alrededor de 400 mil en Tamaulipas. La previsión de la UNORCA es que esta cuestión sea manejada hasta la primera quincena de febrero, motivo por lo cual decidieron adelantarse a los acontecimientos e instalar en plantón con el fin de informar y alertar al pueblo mexicano con respecto al problema.
La Cruzada Nacional contra el Hambre
Con relación a la Cruzada Nacional contra el Hambre, anunciada recientemente por Enrique Peña Nieto, el coordinador ejecutivo nacional de la UNORCA, Olegario Carrillo Meza, en entrevista con Desinformémonosse manifestó de manera escéptica. “Mientras no cambiemos el modelo económico neoliberal, nada de los que se proponga hacer a favor del campo va a cambiar su situación”, dijo. Según su percepción, los problemas estructurales de los cuales padece el campo en México no fueron tocados por la iniciativa del gobierno federal. “El sector social está despedazado, el ejido está ocupado, al igual que los bienes comunales. Hay una concentración enorme de tierras en manos de unos cuantos. Esa es otra tarea que el gobierno actual tiene que demostrar: el rescate del ejido, el rescate del sector social”, afirmó el dirigente.
Carrillo criticó las semejanzas que existen entre la Cruzada y los pactos firmados por gobiernos anteriores. Para él no es clara la diferencia y, en este aspecto, no se puede tener esperanza de que sus resultados van a ser distintos. “¿Cuántos pactos no ha habido? No hay de otra, los intereses de ciertos grupos que han logrado mantener el control político de este país, van a seguir”, opinó.
Abordando la cuestión de manera estructural, la UNORCA afirma que la única posibilidad de solucionar los problemas que vive el campo mexicano es crear un programa nacional alimentario que fomente la agricultura campesina. No hablan, con esto, de ampliar las áreas de explotación agrícola, sino de planear adecuadamente la producción ya existente, de los pequeños propietarios. “Hablábamos de un PROCAMPO que le permitiera al productor de maíz sentirse interesado en sembrar maíz. En lugar de mil pesos por hectárea te voy a dar 1500, pero con esto plantas maíz. Darle prioridad y preferencia a este tipo de alimentos”, propuso Olegario Carrillo.
Los transgénicos: una amenaza real
La UNORCA alerta sobre la gran amenaza que representan las semillas transgénicas para el pequeño productor, una vez que falta información al respecto de sus implicaciones biológicas y legales, y sobre el control por parte del Estado. Empresas como Monsanto se acercan a los pequeños productores ofreciendo sus semillas gratuitamente, con la promesa de que se las comprarán para la siguiente siembra. Esto representa un peligro para todos los campesinos pues “si mi polen se contamina con el de una semilla de Monsanto, me puede pedir regalías por esta situación. Hay gente que estoy seguro que está sembrando semilla transgénica y no lo sabe. Y esto sí es grave, es serio”, alertó el dirigente de la organización.
Por parte del gobierno federal, el control a esta amenaza es prácticamente inexistente. La organización campesina sostiene que, tras la derrota de la ley de certificación de semillas, en 1995, el Servicio Nacional de Certificación y Protección de Semillas perdió su razón de ser, ya que siguen a la letra los dictámenes de las empresas transnacionales. Sin un órgano que informe responsablemente a productores y consumidores sobre la existencia y los riesgos del consumo de semillas transgénicas, y sin la debida reglamentación, “el peligro es que en poco tiempo Monsanto sea dueña de todas las patentes”, afirmó Olegario Carrillo.
Fuente: Kaosenlared