El salmón transgénico que desde hace 23 años desarrolla una empresa estadounidense acaba de superar el penúltimo obstáculo antes de llegar a los platos. La Agencia de Alimentación de EE UU (FDA) ha concluidoque esta especie, que crece el doble de rápido que el salvaje gracias a la ingeniería genética, no afecta al medio ambiente. La FDA ya dictó en 2010 que comerlo es seguro y ahora dice que aunque se escapara algún ejemplar de las piscifactorías, al estar esterilizados y en aguas cálidas, es “extremadamente remoto” que sobrevivieran. Aunque no hay plazos para la aprobación, este era uno de los últimos escollos para el que sería el primer animal creado con ingeniería genética para consumo. Sí hay muchos animales modificados genéticamente para experimentación.
Después de décadas de consumo de cultivos transgénicos, los animales transgénicos para alimentación siguen atascados. La prueba es el salmón desarrollado por la empresa estadounidense Aquabounty en 1989. A este salmón se le han introducido dos modificaciones genéticas. La primera es un gen que regula la producción de la hormona del crecimiento de uno de sus primos, el salmón gigante (Oncorhynchus tshawytscha). Además, un “interruptor genético” permite al salmón producir esta hormona durante todo el año, mientras que el salvaje tiene reprimida la producción durante los meses de invierno.
El resultado, según la empresa que lo produce, es que el salmón tarda 18 meses en alcanzar los 100 gramos (en vez de los 30 meses que tardan los salvajes).
Después de 15 años de papeleos en Estados Unidos, Aquabounty consiguió en 2010 que la FDA dijera que su consumo era seguro. El argumento de la empresa es que no puede haber problemas porque la hormona es similar a la que tienen los salmones salvajes y que ya se consumen con naturalidad. “La FDA ha concluido que el consumo del salmon Aquadvantage es tan seguro como el salmón atlántico convencional”, afirma la agencia.
La principal preocupación era que rompieran el equilibrio ecológico
Entonces surgió el principal escollo: el ambiental. ¿Qué ocurriría si uno de estos salmones hercúleos y con anticongelante se escapara de la piscifactoría? ¿Romperían el equilibrio ecológico al imponerse sobre sus primos no modificados genéticamente?
La FDA encargó entonces un análisis de impacto ambiental. Lo terminó el pasado 9 de mayo y, por razones poco claras pero que, según la prensa de EE UU, pueden tener que ver con la campaña de las presidenciales, se publicó el viernes. Ahora se abre un plazo de dos meses para alegaciones, en la que previsiblemente los ecologistas cargarán contra un pez que ya han bautizado como frankenfish.
Es “extremadamente remoto” que las hembras estériles críen en libertad
En su informe, la FDA considera “extremadamente remoto” que algún ejemplar se pueda escapar de las instalaciones de Aquabounty: las de la Isla del Príncipe Edward (Canadá), en la que se producen los huevos, o en las granjas de Panamá, en las que son cultivados.
Además, en caso de que se produjera un escape, es igualmente “extremadamente remoto” que pudieran criar, migrar y colonizar el entorno, según la FDA. Alega que solo se crían hembras y que están esterilizadas, aunque la técnica no es fiable al 100%. El informe matiza que solo se pronuncia para estos cultivos y que no implica que se pueda extender a cualquier cultivo de salmón transgénico en cualquier condición y en cualquier país.
Una portavoz de Aquabounty señaló ayer en un correo que el pez transgénico fue desarrollado incluso antes de que se comercializara la primera planta transgénica y que llevan 17 años de trámites solo en Estados Unidos. “Este es el pez más estudiado de la historia”, comentó por teléfono una persona próxima a la empresa.
En investigación ya hay animales modificados genéticamente
“Estamos encantados de que el informe ambiental sea ya público para alegaciones. Esto supone un gran paso adelante hacia la comercialización”, señaló en un correo el consejero delegado de la empresa, Ronald L. Stotish. Como la compañía cotiza en Londres, el viernes no dio tiempo a ver la evolución de las acciones. La compañía asegura que no puede dar un plazo para la probación, pues ahora hay 60 días para alegaciones al informe de la FDA. En Europa no hay solicitada la aprobación, según la firma.
El salmón no solo es apreciado por su sabor y textura, sino que en los últimos años aumenta la demanda por las propiedades cardiosaludables de sus grasas. El 69% del salmón que se consume ya procede de piscifactorías.
Su aprobación abriría la puerta ahora a otras peticiones
La FDA destaca que hay vectores en todo el mundo a favor de la acuicultura y de la biotecnología, ya que la FAO estima que en 2030 la producción de pescado debería aumentar en 28,8 millones de toneladas de pescado solo para mantener el actual consumo por habitante. Y eso con buena parte de los caladeros sobreexplotados.
Pere Puigdomènech, profesor de Investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, explica que no está claro que el salmón “se vaya a comercializar muy pronto”. En EE UU, según la normativa vigente, no tendría que ser etiquetado como salmón transgénico, pero en Europa sí, lo que dificultaría su comercialización. Puigdomènech señala que “el principal problema era ambiental”, ya que “a priori que tenga la hormona del crecimiento de otra especie no debe generar problemas para la salud”.
Puigdomènech destaca cómo la percepción ciudadana de los animales transgénicos es peor que la de las plantas: “Los animales son más parecidos a nosotros y comer carne transgénica genera más rechazo”. Sin embargo, recuerda el precedente de California. En noviembre pasado se celebró un referéndum pare decidir si en este Estado se obligaba a etiquetar los alimentos transgénicos. Contra pronóstico perdieron los partidarios del sí.
Además del salmón hay más investigación en animales transgénicos, con usos principalmente farmacológicos. En 2006, la Agencia Europea del Medicamento aprobó el primer fármaco obtenido a partir de la leche de una cabra transgénica. El producto, antitrombina-alfa, es un anticoagulante y fue aprobado para su uso en enfermos con deficiencia de antitrombina congénita antes de someterse a una operación.
Fuente: El País
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