El Cultivo del Aloe
Como el aloe vera crece en climas cálidos de tipo desértico, sus principales enemigos naturales son: el exceso de agua y el frío por debajo de los 10º C. Por contra es muy resistente a las plagas y a la falta de agua.
Para evitar las malas condiciones atmosféricas, es conveniente plantar el aloe en lugares resguardados. No obstante, requiere mucha luz, aunque no es preferible que no esté expuesta de forma directa.
El terreno tiene que ser arenoso, aunque no es una condición imprescindible, ya que también crece en óptimas condiciones en tierras volcánicas, como es el caso de las Islas Canarias. Lo que sí es muy importante es que el terreno tenga un buen drenaje y sea ligeramente ácido.
La siembra debe realizarse dejando una distancia de dos metros entre una planta y otra, ya que el aloe echa grandes raíces y pueden llegar a enredarse unas con otras, quitándose así los recursos naturales o fusionarse hasta convertirse en marañas de matas que se ahogan entre sí. La reproducción es por estolones, siendo el otoño la mejor época del año para llevar a cabo este proceso. Nunca debe realizarse en invierno.
El riego no es un elemento imprescindible, gracias a su gran resistencia a la falta de agua. Aún así, es recomendable regarla con poca agua, lo que nos permitirá dos recolectas anuales. En caso contrario, sólo podemos cortar hojas una vez al año.
Si se desea tener una siembra personal en casa debe realizarse de la siguiente manera. Para su cultivo, es mejor hacerlo en maceta de barro en vez de plástico. Este lo llenaremos con tierra normal de jardín con un 50% de turba, a partes iguales. En el fondo pondremos un drenaje de dos dedos de grava. Se cubrirá la planta hasta el nacimiento de las hojas, esperando un par de semanas, para empezar su riego, así dará tiempo a cicatrizar sus heridas durante el trasplante. Situar la planta en lugar soleado y cálido, donde tenga mucha luz de sol.
En el invierno, la protegeremos del frío. Su reproducción mediante hijos que le nacen alrededor. Cuando estos tengan una altura de cuatro dedos, se han de separar de la planta adulta. Lo podemos hacer de dos maneras: Hurgando con los dedos, hasta encontrar su unión de madre e hijo, y la otra, sacándola totalmente de la maceta, separándola de la madre con más precisión y con todas sus raíces, aprovechando así, para recortar las raíces de la planta madre, si es que las tiene demasiado largas, y añadiendo abono vegetal orgánico en la tierra al plantarlo de nuevo.
Hay que recordar, que no se puede regar durante las dos primeras semanas después de su transplante.
Los hijos se dejan secar las heridas, durante un par de semanas, sin exponerlos al sol directamente, pudiendo plantarlos individualmente en maceta.
Hay muchos tipos de Aloe. Para evitar, que la planta se pueda polinizar por otra clase de Aloe y las semillas se vuelvan híbridas, hay que asegurarse que no hay otros aloes cerca (recordar, que el viento es un agente polinizador muy activo). Si no se tiene la seguridad que esto pueda suceder, hemos de cortar la vara de la flor a media altura, por debajo de donde están las flores, antes de que se abran. El resto de la vara, lo sacaremos fácilmente, cuando esta quede seca.
Todas las plantas de Aloe tienen propiedades curativas, sobre todo las adultas de tres años aproximadamente desde que han hecho la flor.
Advertencia:
Hay distintos tipos de aloe que no deben mezclarse, porque se corre el riesgo de polinizar unas plantas con otras, creando híbridos que desvirtúan las características del aloe que queremos obtener. En caso de no estar seguros de que esto pueda ocurrir, la mejor opción es cortar la vara de la flor a media altura, por debajo de donde están las flores, antes de que se abran. El resto de la vara lo sacaremos fácilmente, cuando esta quede seca.
El aloe es como un ser vivo, por tanto nace, crece y se reproduce. Esto significa que de la primera semilla que frota saldrá una planta madre, de cuya raíz nos pueden salir otras plantas de aloe consideradas sus hijos. Estos hijos deben ser cortados de raíz cuando tengan la altura adecuada (unos cuatro dedos), para ser replantados a la distancia pertinente, de forma individual.
Las propiedades curativas del aloe se manifiestan cuando la planta llega a la edad adulta, hecho que sucede a los tres años, aproximadamente desde que han hecho la flor.
Recolección
La recolección debe realizarse cuando el aloe tiene entre dos y cinco años, es decir, cuando es una planta adulta. El corte hay que hacerlo sobre las hojas más bajas, exteriores y más próximas a la tierra, porque son las más viejas y tienen concentradas todas su propiedades curativas. La herida cicatriza sin alterar el crecimiento de la planta.
La cosecha podrá tener dos cortes si se riega, si no sólo podrá cortarse una vez al año. Los cortes se harán en los meses de febrero y marzo el primero, y de septiembre y octubre el segundo. En definitiva, tendrá que haber una duración de seis meses entre corte y corte.
Si se guardan todas las condiciones expuestas en estas páginas, la planta del aloe vivirá bastantes años, pudiéndole sacar un rendimiento óptimo e incluso ampliar la cosecha de forma sistemática con las nuevas semillas y "descendencia" producida por el aloe.
Tratamiento
Las células del periciclo localizadas en la parte más alta de los bultos vasculares contienen un líquido amarillo conocido como la savia amarilla o látex. Este material contiene altas concentraciones de aloin (zumo) y similares de antraquinona, lo que ejerce una poderosa acción laxante cuando se ingiere.
Para evitar contaminar el filete interior con la savia amarilla se desarrolló el método tradicional de fileteado a mano del aloe vera. En este método se corta con un cuchillo afilado la base de la hoja en aproximadamente una pulgada, así como también se corta una superficie de entre dos y cuatro pulgadas de la parte superior de la hoja, y las partes laterales en las que se encuentran pequeñas espinas.
Una vez pelada la hoja, se introduce un cuchillo en la capa de la jalea que se encuentra pegada a la hoja y se quita la parte superior; la misma operación se realiza para la parte inferior.
Una cantidad significativa de jalea que se mantuvo adherida a la hoja se desecha. El filete obtenido, ya limpio, se establece en la cubierta de la mesa de fileteado. Esta es una situación crítica, ya que la concentración más alta de elementos potencialmente benéficos del aloe vera se encuentran en estos filetes. Esta carpa representa a los elementos benéficos sintetizados en las células vasculares cuyo poder proviene de la energía proporcionada por la fotosíntesis.
Los materiales de la capa de la jalea subsecuente a su síntesis se distribuyen en las células de almacenamiento del filete, un proceso que está acompañado por disolución proporcionada por el agua, almacenada en las células. El filete consta de más del 99% de agua.
Como todo este proceso del fileteado es muy laborioso se han diseñado máquinas capaces de imitarlo, pero generalmente el producto contiene más altas cantidades de laxantes antraquinona que las que contiene el aloe vera fileteado a mano de la forma tradicional.
También existe otro proceso de gran eficacia para obtener jugos de la savia del aloe más eficaces. Éste es el de la hoja entera, que actúa de la misma manera para remover la base y la punta de la hoja de aloe, que el fileteado tradicional. Luego se corta la hoja en secciones y se deposita sobre un lugar adecuado para continuar con el proceso, donde el material es tratado con productos químicos especiales que rompen la estructura hexagonal del filete liberando los elementos que lo constituyen.
Por medio de una serie de ásperos filtros y pantallas o pasando a través de una máquina para hacer jugos, las partículas de la cáscara son removidas. Después el jugo sale a través de varias columnas de filtros las cuales remueven los agentes laxantes indeseables.
Todo este proceso, desarrollado adecuadamente, puede producir un jugo rico en componentes virtualmente libre de los elementos laxantes