GENERALIDADES
En la mayoría de los países tropicales los bosques son propiedad del gobierno y la propiedad privada frecuentemente está prohibida. Generalmente la madera se obtiene bajo concesiones otorgadas a compañías privadas, las cuales, al no tener derechos legales sobre la tierra, eluden realizar inversiones en prácticas de manejo forestal. Por lo tanto, no es de sorprender que un estudio reciente encontró que menos de un 0.1 por ciento de los bosques tropicales son manejados de manera sustentable y que menos del uno por ciento del area usada para la actividad forestal se encuentra bajo algún tipo de manejo. Aún así, los países tropicales ven a la madera como una gran fuente de ingresos y continúan otorgando enormes concesiones por debajo de su valor de mercado. La silvicultura es importante para la economía global ya que contribuye con el 2% del Producto Interno Bruto a nivel mundial (llegando a 4% del PIB en los países en desarrollo) y alcanzando el 3% del comercio internacional; también es vital para las economías locales de muchos países. Por ejemplo, la tala de madera tropical genera trabajo para 100 mil personas en la provincia malaya de Sarawak y genera exportaciones por 1500 millones de dólares. Sin embargo, el financiamiento para el manejo de los recursos de los bosques tropicales es extremadamente limitado, lo cual ha ocasionado muchos problemas.
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Muchos países han aprobado leyes forestales, en ocasiones como un esfuerzo de conservación genuino, pero la mayoría de las veces solo como un gesto simbólico para complacer a las organizaciones financieras internacionales. Aunque existan leyes generalmente estas no son respetadas. Sin reglas, los taladores ignoran los impactos ambientales negativos de sus acciones, ya que su mitigación les produce poco o ningún beneficio financiero. Por ejemplo, Malasia, uno de los más grandes exportadores de madera tropical, tiene buenas leyes forestales que casi podrían garantizar el uso sustentable de sus bosques. Sin embargo, las leyes no son puestas en práctica porque hace falta personal en las oficinas forestales y porque el gobierno carece de interés para hacerlo. Muchos funcionarios de gobierno prefieren recibir el dinero extra que les ofrecen las compañías madereras mediante intensos cabildeos y presiones políticas, en lugar de hacer cumplir las leyes forestales. Es por ello que los parques nacionales y reservas de Malasia continúan siendo explotadas, excediendo las cantidades máximas recomendadas de derribo de árboles. Los problemas de manejo más comunes son: la realización de inventarios de manera inapropiada antes y después de la tala, volver a talar un área con una frecuencia mayor que la requerida, derribo de árboles fuera de los límites establecidos por una concesión, y control y supervisión poco efectiva de los departamentos forestales. Muchos gobiernos del mundo toman parte en estas actividades con tal de recaudar dinero rápido. Sin embargo, estos gobiernos se venden a sí mismos y a sus gobernados. Muchos venden su madera por debajo de los precios del mercado, mientras que otros pierden millones por las actividades de tala ilegal al no hacer cumplir sus leyes. En lugar de recaudar impuestos y aranceles sobre toda la madera extraída de los bosques, los gobiernos solamente reciben ganancias parciales en función de que toda la madera ilícita sale sin pagar impuestos. Este problema es especialmente grave en Indonesia, donde se estima que 500,000 hectáreas (42 por ciento del área talada) de bosque son taladas ilegalmente cada año, ocasionando pérdidas por $3500 millones de dólares en ingresos para el gobierno. A nivel internacional, el Banco Mundial estima que los gobiernos pierden ingresos de alrededor de $5 mil millones de dólares al año como resultado de la tala ilegal, mientras que las pérdidas generales a las economías nacionales de los países productores de madera agregan $10 mil millones de dólares más.
Lo que se necesita con urgencia es un nuevo tipo de actividad forestal que difiera de la vieja mentalidad que decía que los bosques sólo existen para satisfacer la demanda humana inmediata y que los consideraba como recursos inagotables. Las nuevas prácticas de manejo incluyen tanto el desarrollo rural como los proyectos de conservación en los esquemas tradicionales de extracción de árboles, cuyo objetivo es mantener los bosques como sistemas ecológicos funcionales al tiempo que proporcionan múltiples beneficios económicos. Estas innovaciones fomentan una mayor participación de las comunidades locales, la diversificación de los productos forestales incluyendo productos no maderables y el desarrollo de plantaciones forestales en terrenos degradados. En años recientes se han dado grandes pasos para el desarrollo de políticas de manejo más sustentables, pero las compañías madereras tradicionales todavía tardarán mucho en desaparecer.
Fuente; Mongabay.com
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