Nuevos sistemas de producción: la siembra directa
Una de las principales innovaciones de los últimos tiempos en la agricultura lo constituye la difusión de la siembra directa como sistema de producción. Se trata de un sistema en el cual se cultiva sobre un suelo que no ha sido arado previamente, es decir, sobre el rastrojo o residuos del cultivo anterior.
Es una tecnología de producción caracterizada principalmente por la ausencia de laboreos y por la presencia de una cobertura de residuos vegetales en el suelo. Mediante la misma es posible producir con un impacto mínimo sobre el suelo disminuyendo así los riesgos por erosión. Esta tecnología permite producir sin degradar el suelo, mejorando en muchos casos las condiciones físicas, químicas y biológicas del mismo.
Esto presenta una serie de ventajas desde el punto de vista agronómico y técnico:
Pero también presenta algunas desventajas. En los sistemas de labranza convencionales, el arado se usa, entre otras cosas, como método de control de las malezas. Con la siembra directa, ese método de control mecánico debe reemplazarse por el mayor uso de herbicidas, con lo cual la siembra directa aumenta la dependencia respecto de esos fitosanitarios.
La amplia difusión de la siembra directa en la Argentina tuvo lugar gracias a la disponibilidad de herbicidas eficientes a precios accesibles y de sembradoras adecuadas. Pero el factor fundamental que explica la creciente adopción de este sistema va de la mano de la expansión del cultivo de soja transgénica. En efecto, si se observa la evolución de la superficie sembrada con siembra directa, puede advertirse el gran crecimiento a partir de 1996, año en que comienzan a usarse semillas de soja RR y el glifosato, que permite controlar las malezas antes tratadas de forma mecánica a través del arado.
El sistema de siembra directa se está expandiendo hacia otros cultivos, aunque mayormente se usa para el cultivo de soja
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