El laboreo previo a la siembra del girasol debe razonarse en
función del tipo de suelo y del cultivo precedente, pero recordando los aspectos decisivos del cultivo que se han citado previamente:
• Todas las intervenciones deben procurar favorecer la infiltración del agua de lluvia de otoño e invierno y luego reducir la evaporación.
• Se debe mantener una estructura óptima que permita aprovechar las ventajas del profundo enraizamiento del girasol, evitando la compactación a cualquier profundidad.
• Hay que asegurar una buena nascencia, uniforme en el espacio y el tiempo.
Precisamente con las dos primeras premisas como argumento principal se están investigando actualmente, y aplicándose ya en algunas zonas, las técnicas de laboreo de conservación y siembra directa. A las ventajas de ahorro de agua y energía y de menor compactación se oponen los inconvenientes de la necesidad de maquinaria especial y de un posible retraso en la fecha de siembra. Se sigue investigando, además, la mayor o menor conveniencia de este tipo de laboreo en función de la textura del suelo. Los resultados de estas experiencias también orientan sobre la conveniencia de ciertas técnicas igualmente aplicables al laboreo convencional como son la utilización de subsolador o chisel y aperos de dientes, en sustitución de vertederas y aperos de discos, y el empleo de herbicidas de acción total de presiembra (ver HD. 2/88).
Por otra parte, el laboreo entre líneas con el girasol nacido (dos-tres pases de cultivador) se aconseja sobre todo cuando es necesario un cierto recalentamiento del terreno tras la nascencia. En Francia los datos muestran un efecto neto positivo sobre el rendimiento final. En nuestras condiciones, y con un buen empleo de herbicidas, su beneficio puede ser menor.
Fuente: MAGRAMA
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