Un ministerio y medio

Las Provincias -

Ni a los agricultores ni a los ecologistas les ha gustado la fusión en un sólo ministerio de las competencias que anteriormente estaban repartidas entre dos departamentos. Y no les ha gustado este nuevo invento del Ministerio de Medio Ambiente y del Medio Rural y Marino justo por razones contrapuestas: los agricultores desaprueban que se haya perdido la denominación histórica del Ministerio de Agricultura, lo ven como una afrenta, como una enorme pérdida de protagonismo del sector, y a los ecologistas les parece que eso de juntar Medio Ambiente con lo agrario y marino es poco menos que poner al lobo a cuidar de las ovejas.

Agricultores y ganaderos consideran que este cambio les va a suponer un paso atrás, mientras que los ecologistas temen la pérdida de opciones y defensas conquistadas, porque en el fondo tienen una visión de enfrentamiento permanente de intereses y los más radicales de la ecología militante no se dan cuenta de que quienes viven en el campo y del campo son en realidad sus mejores aliados, porque son los más interesados en preservar el medio en el que se desenvuelven, el cual puede ser disfrutado por el resto de la sociedad precisamente porque están estas personas implicadas en el trabajo sobre la tierra que algunos quisieran ver salvaje... hasta que ellos mismos la necesitaran a su servicio.

La verdad es que eso de juntar tantas cosas en un ministerio resulta un invento hasta cierto punto algo inquietante. Como dice con sorna un buen amigo, más que un ministerio parece ministerio y medio (porque agrupa a tres medios: el ambiental, el rural y el marino, así que tres medios son uno y medio).

En realidad la pérdida de la cualidad ministerial, en exclusiva, por parte de Agricultura, es algo que ya se veía venir. Por un lado, la mayoría de las grandes decisiones dependen de lo que diga Bruselas y, al mismo tiempo, las competencias de gestión están transferidas a las comunidades autónomas, así que la capacidad de maniobra ministerial es limitada. Por otro lado, hoy se habla en la UE más de Medio Rural que de Agricultura, nos guste o no. Es la moda, que tiende a ser menos productivista, hasta que soplen otros aires y la necesidad obligue.

Sin embargo, al margen de agravios agraristas, más que nada de orden moral o simbólico, si vamos a lo realmente práctico podemos valorar que hay hechos y detalles que pueden apuntar más en favor del sector agrario de lo que este cambio puede aparentar.

Para empezar, al frente del nuevo ministerio está la que ya era titular del de Agricultura, Elena Espinosa. No es que se le pueda asignar mucha pasión agraria en su trayectoria de los cuatro años anteriores, pero el roce hace el cariño. Más inquietante podría resultar que la titular que se hubiera quedado fuera la del otro ministerio, el de Medio Ambiente, Cristina Narbona. Precisamente es este hecho el que lamentan las organizaciones ecologistas.

A continuación es destacar que al frente de la parte agraria del nuevo departamento, con categoría de secretario de Estado, se ha ascendido a un agrarista, Josep Puxeu, con larga experiencia directa en el sector. Y además se le ha encargado la competencia directa en materia de agua, nada menos. Es la primera vez que la administración del agua depende de la rama agrícola, aunque no sea ministerio; antes era de Obras Públicas, Fomento, Medio Ambiente... Y de ahí se derivaba que muchos criterios y decisiones de las administraciones hidrológicas no tuvieran mucha consonancia con los problemas y las necesidades de la agricultura de regadío, que es la que necesita el 67% de toda el agua. Así pues, cabe esperar que se entiendan y resuelvan mejor las cuestiones hidráulicas, con este nuevo toque agrarista.

Ocurre a veces que tareas relegadas a un aparente segundo orden acaban teniendo preeminencia, aunque sea por un sentimiento de responsabilidad culposa, ya que llega un momento en el que los primeros de la fila necesitan colocarse algunas medallas, y estas no están disponibles en cualquier parte.